el Atlántico Sur. Su ubicación geográfica, cercana al Cabo de Hornos, permite una inmejorable plataforma para el control, o al menos monitoreo, de las rutas marítimas que vinculan el Atlántico y el Pacífico. Si bien el comercio interoceánico transita mayoritariamente por el canal de Panamá, si esta vía se viese interrumpida, la ruta del Atlántico Sur cobraría una importancia superlativa. La posible existencia de recursos naturales en el espacio marítimo que circunda a las islas y la eventual proyección de la soberanía británica sobre la Antártida terminan de dar forma al incalculable valor estratégico de este archipiélago. La situación en Gibraltar es de características similares. El peñón es un enclave fundamental para controlar el ingreso y egreso en el Mar Mediterráneo. Este estrecho es uno de los más transitados del planeta, no solo por los buques europeos que salen al Atlántico, sino también por el comercio marítimo que viaja desde Asia central (vía Suez) hacia América. Al igual que en Malvinas, Gran Bretaña opera una base militar permanente en Gibraltar.
Otra similitud importante entre estos dos territorios es el extraordinario nivel de vida del que gozan sus habitantes. En ambos casos se trata de poblaciones con índices de criminalidad cercanos a cero y un ingreso por habitante que se encuentra entre los más altos del mundo.
¿Cuál es la característica de una y otra disputa? La Argentina reclama soberanía plena sobre Malvinas: el argumento de Buenos Aires es que Gran Bretaña ocupa ilegalmente las islas desde 1833 y demanda que Londres se siente a negociar tal cual lo establece la resolución 2065 de Naciones Unidas. La guerra de 1982 fue un acontecimiento determinante para el curso del conflicto y dio por terminada cualquier posibilidad de que las partes traten en forma diplomática la cuestión de la soberanía. El caso de Gibraltar es similar: el enclave fue ocupado por los británicos dentro del marco de la guerra de sucesión española de inicios del siglo XVIII. En la década de 1960 la disputa fue llevada por Franco a Naciones Unidas y, al igual que Malvinas, Gibraltar fue categorizado por la ONU como un territorio no autónomo que debe ser supervisado por el Comité de Descolonización.
Durante los últimos meses, ambos asuntos han retornado a los titulares de la prensa mundial por motivos diferentes. El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner resucitó la disputa con Gran Bretaña con motivo del trigésimo aniversario de la guerra de 1982. Utilizó la cuestión como una herramienta de política interna, apelando a la sensibilidad y al legítimo nacionalismo de la sociedad argentina. En lo que respecta a Gibraltar, las noticias recientes giran en torno a barcos españoles que desarrollan actividad pesquera en aguas en disputa y muy cercanas al peñón. La situación derivó en encuentros con algo de tensión entre la Marina Real Británica y la Guardia Civil Española.
¿Qué podemos esperar para el futuro? Existen diferencias entre una y otra situación. En el caso de Malvinas, las posibilidades de un cambio de manos en la administración son de muy bajas a inexistentes. El único dialogo entre Buenos Aires y Londres es de carácter confortativo, la Argentina es un país de escasa importancia política en el escenario internacional, nula capacidad militar y su diplomacia ha cambiado el rumbo incontables veces en las últimas décadas, haciendo imposible cualquier avance concreto. Por otro lado, en el caso de Gibraltar, si bien también es muy poco probable o quizás imposible que los británicos se retiren del peñón, sí existen mayores niveles de cooperación. España y Gran Bretaña son socios en la Unión Europea y han logrado construir un ente tripartito compuesto por sus gobiernos y las autoridades gibraltareñas. El mismo persigue el objetivo de avanzar en las negociaciones y ha alcanzado algunos resultados, entre los que se destacan el uso compartido del Aeropuerto y la cooperación en aspectos relativos a los pasos fronterizos y las telecomunicaciones. El acercamiento entre estas dos naciones permitió inclusive que a inicios de 2001 España y Gran Bretaña estuvieran cerca de discutir la posibilidad de una eventual administración territorial compartida, acontecimiento inédito en los últimos 300 años. Finalmente, el proyecto no prosperó y fue desechado por el absoluto rechazo de la población local.
De todas formas, y a pesar de los matices y diferencias entre uno y otro caso, no debemos olvidar que Gran Bretaña y, por sobre todo, sus incondicionales aliados norteamericanos, se encuentran muy cómodos con la posesión de estos estratégicos enclaves militares. A pesar de la crisis económica internacional y los cambios que afronta el sistema internacional con el ascenso de China y otras potencias, Estados Unidos continúa siendo el país más poderoso de la Tierra. Su histórica e indestructible alianza con los británicos, sumado al deseo de las poblaciones locales de seguir perteneciendo a Gran Bretaña, hacen que cualquier cambio en el statu quo de Malvinas o Gibraltar se torne realmente muy poco probable.
Santiago Pérez, Licenciado en Relaciones Internacionales.