Aunque Castro descartó que el país registre desertificación, precisó que hay oscilaciones y variaciones muy fuertes entre las temporadas de lluvias y secas, lo que demanda un rediseño de la agricultura “para que se amenos intensiva en el consumo de agua”.
Agregó que la ganadería extensiva se ha vuelto muy onerosa, lo que ha llevado a sustituir esa práctica por la llamada “climate smart agriculture”, o agricultura inteligente para el cambio climático.
Castro lamentó que ello requiera invertir “dineros que el país no tiene”, y estimó que los cambios agrícolas requerirán cada año uno por ciento del Producto Interno Bruto, y una cifra similar el costo de programas para mitigar el cambio climático en el transporte.
“Compite una necesidad financiera con la otra”, lo que significa que hay “realmente un estrés financiero” por el cambio climático.
Mencionó que en el agro se realiza investigación biogenética para tener cultivos resistentes a la sequía o las inundaciones, con apoyo de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).