unidense, según los cuales se pueden hallar fácilmente huellas de triclosan en los organismos acuáticos, desde las algas a los delfines, así como en el cuerpo humano, sea en la orina, la sangre o la leche materna.
El peligro potencial de este antibacteriano ya había sido demostrado mediante varios exámenes realizados en probeta, pero ahora que los experimentos se volcaron a los animales dejan pocas dudas: el triclosan bloquea los canales proteicos que hacen entrar los iones de calcio en las células musculares, impidiendo su contracción.
En los ratones, el triclosan hizo registrar una reducción de la función cardíaca equivalente al 25 por ciento, y una baja del 18 por ciento en la fuerza de presión (parámetro utilizado en forma habitual para evaluar la gravedad de las enfermedades neuromusculares).
En los peces de agua dulce, en cambio, se registró una reducción de la actividad natatoria. "Fuimos sorprendidos por el modo en que la actividad muscular se vio debilitada en organismos tan diversos, tanto respecto del músculo cardíaco como del esqueleto", comentó Bruce Hammock, uno de los autores del estudio.
Según los expertos, aún es pronto para decir con certeza si el triclosan es peligroso para el hombre, además de serlo para el ambiente y los animales.
De todos modos, las preocupaciones van en aumento, y por ello los investigadores lanzaron un llamado a las agencias regulatorias para que introduzcan nuevas restricciones en el uso del producto antibacteriano.