Progreso tecnológico y retroceso mental - TicoVisión
Escrito en 19/08/12 a 14:44:18 GMT-06:00 Por Administrador
Opinión-Análisis
El progreso de la tecnología no tiene por qué darse inexorablemente a expensas del empobrecimiento de las facultades mentales del ser humano.

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19 de agosto de 2012 | TicoVisión | Redacción - | Análisis | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento



Progreso tecnológico y retroceso mental



Por Silvio Avilez Gallo

El mundo, sobre todo desde la segunda mitad del siglo pasado, ha avanzado vertiginosamente en todos los campos gracias a los adelantos de la tecnologí­a. Así­ como 1957 marcó el inicio de la carrera espacial con el primer satélite ruso colocado en  órbita terrestre y 1969 asistió atónita al descenso del primer estadounidense en la superficie lunar,  2012 ha visto cómo el ingenio de cientí­ficos de los EE.UU. hizo posible el prodigioso "amartizaje" (valga el neologismo) de la primera nave no tripulada en el planeta rojo. Y así­ podrí­amos seguir enumerando los logros alcanzados en otros campos de la actividad humana.  No cabe duda que todo ese ingenio se debe al cerebro humano, cuya evolución a través de miles de aí±os constituye la historia fascinante del hombre desde el prototipo de Neanderthal hasta llega al homo sapiens.

No cabe duda que el progreso de la tecnologí­a ha revolucionado la vida, especialmente en el ámbito de las telecomunicaciones y lo que hoy nos parece una maravilla será, dentro de pocos años, superada por otros adelantos igualmente sorprendentes. Lamentablemente, todo esto tiene un costo, y lo que debiera ser una ayuda valiosa para desarrollar nuevas habilidades "y por ende una mayor evolución del cerebro humano" ha tenido contradictoriamente un efecto opuesto.

No resulta simple tratar de explicar este fenómeno, porque las razones son complejas. Pero a la base de este intrí­ngulis nos encontramos con la educación como piedra angular. Sabido es que los psicólogos consideran que los primeros cinco años de vida de un niño son determinantes para el desarrollo definitivo de su personalidad y que esta formación se recibe en el hogar, donde los padres (en los hogares monoparentales el padre o la madre) inculcan a los hijos desde temprana edad una serie de valores, principios y normas que moldearán su carácter, no tanto con la prédica sino y sobre todo con el ejemplo. Cuando los niños comienzan la enseñanza escolar básica, su temperamento y su personalidad están definidos de modo casi total.

En la escuela, debería corresponder a los maestros la labor de terminar y afianzar la formación que el niño recibió en el hogar. En esta etapa crítica adquiere hábitos, valores, conductas y patrones que difí­cilmente cambiarán.  Pero es precisamente aquí donde comienza a fallar el sistema, ya que debido a la evolución de la pedagogía y los planes de estudio, los maestros o profesores dejan de lado el aspecto formativo y concentran su actividad exclusivamente en la enseñanza. Y debido asimismo a que el concepto de familia ha cambiado radicalmente, ya sea porque el matrimonio ha sido desplazado por las inestables uniones de hecho o por la existencia de un elevado porcentaje de hogares a cargo de un solo progenitor (generalmente la madre), quien debe trabajar para proveer el sustento a los hijos, se comprenderá  que no haya espacio para dedicarlo a la misión formativa de valores, disciplina, principios y hábitos, fundamentales para el desarrollo de la personalidad del niño.

En el ámbito educativo interviene justamente la tecnología, que facilita enormemente el proceso cognitivo merced al impacto de aparatos e instrumentos que simplifican de manera considerable los métodos de aprendizaje tradicionales, en detrimento de la gramática, las matemáticas, la historia, la geografí­a y toda una gama de disciplinas que antaño favorecían el análisis mental y estimulaban el razonamiento.  Actualmente, la difusión de la internet y el uso de los teléfonos celulares han reducido el vocabulario y han creado un lenguaje sintético e incomprensible (el "chat") que sólo los jóvenes entienden. La lectura de libros casi ha desaparecido porque es mucho más fácil "bajar" la información por internet.  El resultado está a la vista: tanto los estudiantes de enseñanza media como los universitarios "futuros profesionales" son incapaces de redactar algo que tenga sentido e implique razonar. Además, desconocen las reglas básicas de la ortografía y el léxico que manejan es pobrísimo. La más simple operación matemática requiere el uso de una calculadora y poco a poco la máquina adormece el cerebro. El hombre va camino de convertirse en androide.

Nos hallamos, entonces, frente a una incongruencia: mientras una elite selecta de científicos se ingenia por crear "mediante la investigación, que utiliza al máximo la materia gris de sus cerebros" mejores condiciones de vida en todos los campos de la actividad humana, una inmensa mayoría de la población del mundo ha renunciado lamentablemente al don que distingue al hombre de otros animales, vale decir la inteligencia y el arte de pensar.

Si a esta constatación agregamos la pérdida de principios y valores morales y éticos que permea todos los estratos de la sociedad, el futuro que nos aguarda dista mucho de ser envidiable.

El progreso de la tecnología no tiene por qué darse inexorablemente a expensas del empobrecimiento de las facultades mentales del ser humano. Pero este proceso no es necesariamente irreversible. Todavía estamos a tiempo de que el homo sapiens haga honor a su nombre. De lo contrario, la Tierra podrí­a convertirse en una versión actualizada del planeta de los simios.




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