Su Majestad... ¡La Corrupción! - TicoVisión |
Escrito en 10/09/12 a 09:32:07 GMT-06:00 Por Administrador |
Antes, solía decirse que los pueblos tienen el gobierno que se merecen… Hoy día, se admite que tienen el gobierno al que se le parecen. 10 de septiembre de 2012 | TicoVisión | Redacción - | Opinión | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento Por el profesor: Dr. Teodosio Palomino Ramírez Del libro ¡Su Majestad! LA CORRUPCION La corrupción ha contaminado con severidad a toda la sociedad, sobre todo a quienes detentan el poder, con lo cual han podido ganar, por efecto de toda la impudicia, el cinismo, el deshonor y la ausencia de escrúpulos, fortunas similares a las que amasó el legendario Creso. Los delitos mayores emanados de la corrupción, son protagonizados no solo por los políticos, funcionarios públicos, servidores del aparato estatal sino también por quienes administrar las finanzas, el comercio y la cultura que les permiten actuar al compas de sus intereses y de su libre albedrio. Debe aclararse, pesar de todo, que la corrupción cunde también entre los desposeídos, pero mientras ellos sólo reciben migajas, la presa mayor la consume el potentado. Si un poderoso delinque o roba una fortuna, o no paga impuestos, usualmente no es puesto tras los barrotes de una celda, pero si es un indigente quien delinque, o comete un leve hurto muchas veces, por efecto de la iniquidad y la injusticia, es posible que deba cumplir penalidad en una cárcel, después de haber sido defendido en muchas oportunidades por un abogado de oficio. En términos precisos es necesario esclarecer que los poderosos y pudientes eluden fácilmente a la justicia, pero la ley si se aplica con inhumano y desproporcionado rigor sobre los carentes de influencia o patrocinio. Bajo el pararrayos de la justicia social se oculta hipócrita y cínicamente la plaga de la corrupción, enfermedad social que atenta contra la salud de la totalidad de los países del mundo. La corrupción afecta, envenena, pervierte, degenera, ulcera, hiere, llaga, altera, vicia, castiga, tuerce, azota, mutila, atenta contra el orgullo, mancilla el honor, resulta letal para el desarrollo y daña al orden jurídico, social, ético y habitúa a la ciudadanía al incumplimiento de las normas en vigor. No es necesario disponer de un ojo clarividente para poder distinguir que la corrupción se ha constituido en una tenebrosa mancha de aceite, que se expande por doquier a medida que el tiempo transcurre, y no exageremos al afirmar que la sociedad se ha extendido por donde quiera que se le fije la mirada. Es posible captar la huella digital de la nefasta corrupción, sin distinción hasta en los espacios y lugares más insólitos e inverosímiles, entre los cuales funcionan sobre todo los vinculados al poder político y económico. La corrupción, Ahí vigente, se ha generalizado de modo tal que ya es difícil encontrar dentro de esos cenáculos a hombres íntegros y justos que puedan adjudicarse el titulo de honrados, virtuosos y honorables. Incluso, tales enemigos de la decencia y el señorío imperantes en las altas esferas y cúpulas lucen también, las manos salpicadas de lodo y a veces de sangre inocente. La corrupción es, en la actualidad, la plaga mayor existente que ha infectado y ha hundido sus raíces más profundas, sobre todo en los poderes políticos, jurídicos, económicos y cultural. Los corruptos disponen, usualmente, de cuantiosas fortunas que les permiten comprar conciencias , sobornar a los espíritus débiles, dominar a la opinión pública, encandilar a la prensa y gozar de los servicios condicionados de las mentes más lucidas del mundo civilizado, entre las cuales sobresalen intelectuales de primer nivel y destacados profesionales del comercio, de la banca y de la cultura. La corrupción, la de más alto grado, echa raíces profundas en las más elevadas esferas de la sociedad. Necesario y urgente es adoptar con premura medidas congruentes para derrotar en definitiva a la plaga de la corrupción de la cual somos víctimas. Para tal efecto, debe realizarse, lo más pronto posible, una urgente selección de los personajes más sanos, intachables, virtuosos y honestos de la comunidad, encargándoles la misión de liderar un movimiento capaz de luchar con mística y denuedo en pro de la ética. Dicho en otros términos, la crema y nata de nuestra sociedad debes ser protagonista de los cambios exigidos por las buenas costumbres y la honradez. Solo así, mediante una enérgica y efectiva cruzada ética, será posible transformar el rumbo actual de la humanidad, orientándola hacia un horizonte provisto de la verdad y de la magnificencia. Solo así podrá esquivarse la embestida de la corrupción. El día que la corrupción caiga derrotada, renacerá el mundo y, consecuentemente, germinara una igualdad que terminará en definitiva con la explotación, el desempleo, la pobreza, el analfabetismo y todas las subplagas que hoy afligen a la humanidad. Para concluir, sostenemos categóricamente, que no solo es corrupto quienes roban, asaltan y se apoderan malignamente de los bienes públicos y privados. Lo son también todos aquellos que le arrebatan al pueblo, con sus mentiras y embustes sus más caros sueños y sus mas acariciados anhelos, expresándolos cual flagrantes verborrea en plazas, calles, parques y en ambientes confortables sin pudor ni vergüenza. Ojalá pueda acabarse pronto con la diabólica figura de la corrupción que sólo concluirá cuando el hombre, por obra de la educación y de la ética, pueda separar de si la perversidad que lo desacredita, convirtiéndolo en lobo de sus semejantes. Luchemos entonces por edificar un mundo nuevo y mejor, donde prevalezcan, la honradez, la decencia, la justicia y la solidaridad humana. Muchos se preguntan: ¿Vale la pena ser moral en una sociedad inmoral? ¿No es más práctico seguir la corriente? ¿Qué razones existen, en una sociedad que acepta institucionalmente la corrupción, para ser una persona justa y honesta? La corrupción delata la decadencia moral y económica de una sociedad política; pero ese vicio no se soluciona solamente con predicas morales. Sino con políticas concretas de acción y de conductas públicas y privadas. La desnaturalización del Estado se produce por la corrupción de sus funcionarios. El Estado debe ser un instrumento jurídico-administrativo al servicio del bien común de su población; pero si los agentes del poder público utilizan sus organismos y funciones para su servicio particular o individual, se instala la corrupción, y, consiguientemente, se degrada y desnaturaliza el conjunto de la sociedad política. En muchos países la corrupción empieza cuando en el ingreso a la carrera pública no se cumplen los requisitos y condiciones de idoneidad y probidad previstas en la ley; cuando se evita el mecanismo del concurso público y se lo reemplaza por las designaciones directas de parientes, amigos y correligionarios de los detentores del poder, se instala el virus de la corrupción. La corrupción en nuestros gobiernos, tanto constitucionales como de facto, de derecha o izquierda, de uno u otro partido, no constituye otra cosa que la manifestación de un mal que se encuentra enquistado en nuestra sociedad. Antes, solía decirse que los pueblos tienen el gobierno que se merecen… Hoy día, se admite que tienen el gobierno al que se le parecen. |
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