Nicaragua: EN EL MES DE LA PATRIA - TicoVisión |
Escrito en 15/09/12 a 05:54:05 GMT-06:00 Por Administrador |
Ese es el momento cumbre de la Guerra Nacional, con un Walker decidido a convertirnos en un estado esclavista más del sur de Estados Unidos... 15 de septiembre de 2012 | TicoVisión | Redacción - | Opinión / Análisis | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento Por Jorge J Cuadra V. Con motivo del mes de la patria, es necesario preguntarnos por qué se le ha dado tanta importancia a la Batalla de San Jacinto y no a la Batalla de Rivas. La pedrada de Andrés Castro a un soldado yankee no expulsó a William Walker de Nicaragua. Los fieros flecheros de Matagalpa, no expulsaron a William Walker de Nicaragua. La victoria de San Jacinto, no expulsó a William Walker de Nicaragua. La valentía del General José Dolores Estrada en San Jacinto, no fue la que lo convirtió en héroe nacional, ni expulsó a William Walker de Nicaragua. Según las palabras de William Walker, San Jacinto fue una escaramuza cuyo objetivo era averiguar el volumen de fuego que había en la Hacienda San Jacinto, obstáculo para el paso del ganado que necesitaba para alimentar a su tropa. A través de estos 156 años, hemos estado manteniendo la tesis histórica de que la batalla de San Jacinto fue la que derrotó a William Walker, cuando en realidad el único daño que recibió, más sentimental que militar, fue la muerte de su amigo y socio, Byron Cole. Por lo demás, el famoso filibustero siguió su actividad político-militar, hasta llegar a proclamarse Presidente Vitalicio de Nicaragua. Ese es el momento cumbre de la Guerra Nacional, con un Walker decidido a convertirnos en un estado esclavista más del sur de Estados Unidos, lo que provocó la consolidación de la alianza entre los países centroamericanos para combatir al filibustero oriundo de Tennessee hasta su inminente derrota. Es la ciudad de Rivas la que debería considerarse el símbolo de la derrota de William Walker, a quien no se puede llamar invasor, sino aliado de Máximo Jerez en la guerra para derrocar al Presidente conservador, Fruto Chamorro Pérez, motivado por intereses mezquinos que tienen que ver con su ambición de poder. La pedrada de Andrés Castro ha pasado como el acto heroico más notable de nuestra historia, sin embargo, la tea encendida de Emanuel Mongalo, que cambió radicalmente el curso de la guerra, ha pasado desapercibida todos estos 156 años de historia. El acto heroico de Mongalo impidió el avance de las tropas de Walker hacia Rivas y preparó el terreno para su liquidación en la batalla de Rivas, cuyo principal protagonista fue el ejército de Costa Rica al mando de su Presidente, Juan Rafael Mora Porras. William Walker fue derrotado y obligado a refugiarse en la fragata Saint Mary, de bandera norteamericana, el 10 de Mayo de 1857, en la cual partió derrotado hacia su país. El General José Dolores Estrada fue declarado Héroe Nacional por el Congreso de la República el 17 de Agosto de 1971, no tanto por su participación en la que llamamos Batalla de San Jacinto, sino por su inquebrantable fe en la Constitución de la República, por la que se opuso siendo Jefe del Ejército, a la reelección inconstitucional de Tomás Martínez en 1863 y en 1869 al golpe de estado que Tomás Martínez y Máximo Jerez le querían perpetrar al presidente constitucional, Don Fernando Guzmán. San Jacinto le dio al General José Dolores Estrada Vado, el exilio político, la pobreza y el olvido, mientras que la defensa de la Constitución de la República en 1863 y 1869, le dio la gloria, la fama y la inmortalidad. La quema del mesón de Rivas y no la victoria de San Jacinto; la tea encendida del profesor Emanuel Mongalo y no la pedrada de Andrés Castro y la Batalla de Rivas y no la escaramuza de San Jacinto, fueron los verdaderos factores que derrotaron totalmente al filibustero Walker. El 12 de Septiembre de 1860 fue fusilado en Trujillo, Honduras, William Walker. Dieciocho días después, el 30 de Septiembre de 1860, fue fusilado en San José, Costa Rica su verdugo, Juan Rafael Mora Porras. Enmanuel Mongalo está enterrado, sin pena ni gloria, en la Iglesia de Jalteva de la ciudad de Granada, esperando su merecido lugar en los anales de nuestra historia. |
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