Los falaces que opinan desconociendo - TicoVisión |
Escrito en 16/09/12 a 13:50:44 GMT-06:00 Por Administrador |
16 de septiembre de 2012 | TicoVisión | Redacción - ContraPeso | Sociales | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento Por Leonardo Girondella Mora La posición personal razonable de cualquiera acerca de un tema del que poco conoce es la de reconocer esa falta de conocimiento —pero la carencia de ese conocimiento puede ser usada equivocadamente como una demostración de la opinión sostenida sobre el tema. Es una falacia porque en la argumentación que sostiene una conclusión se utiliza una razón que es ajena al tema tratado y que consiste en la ignorancia de la persona que sostiene la opinión —como, por ejemplo, la afirmación de que la nieve no puede existir porque la persona jamás la ha visto: “en todos mis años de vida jamás he visto que el agua pueda dejar de ser líquida”. La estructura de esa falacia es del tipo que aprovecha la falta de conocimiento de algo para probar su no existencia —o, más ampliamente, el usar esa carencia de conocimiento para probar lo que sea: “jamás ha sido probada como errónea la teoría de que los extraterrestres construyeron las pirámides mayas, por lo que eso debe ser cierto”. El tratamiento del argumentum ad ignorantiam tiene sus particularidades, pues existen ocasiones en las que la carencia de información sí es un argumento que tiene algún peso —como cuando alguien alega que los jugadores de algún equipo de futbol son en realidad reencarnaciones de famosos jugadores ya muertos, o que la desaparición de un avión en el Tibet fue por culpa de una nave espacial extraterrestre. Contra esto podría alegarse que la falta de información adicional hace sospechosas tales opiniones. La falta de conocimiento de algo puede ser, por tanto, usada para probar su existencia, como cuando se sostiene que la falta de pruebas sobre la culpabilidad de alguien acusado de asesinato demuestra que sí es culpable porque supo ocultar bien las pruebas —pero también para probar su inexistencia, como cuando se afirma que ya que nadie ha podido ver ángeles eso prueba que ellos no existen. El punto desacertado de esta falacia es el uso de un argumento que no tiene relación con el tema —la mera falta de conocimiento sobre él hace más recomendable el evitar tratarlo que el emitir opiniones sobre él. Sin embargo, insisto en casos en los que es posible alegar que la falta de información puede ayudar a rechazar alguna afirmación, como la del que sostiene que Lolita no fue escrito por V. Nabokov sino por un inglés desconocido —ante lo que cualquiera puede alegar que la falta de información al respecto hace a la opinión poco sólida. Probar la existencia de algo, o bien su inexistencia, son tareas dificultosas que necesitan cúmulos de evidencia y dentro de las que no tiene cabida lógica la ignorancia al respecto. En política, por ejemplo, un gobernante puede atacar a otro diciendo que “el desconocimiento del origen de su fortuna personal es una prueba de su deshonestidad”, la que es una demostración vacía hasta que no presente evidencias de mucha mayor contundencia. SI alguien dice que no conoce ningún estudio que pruebe que la pena de muerte reduce la criminalidad, puede estar en lo cierto o no, pero la razón expresada es equivocada: que alguien no conozca algo no es prueba de su inexistencia. La misma falta cometería quien alegue que la pena de muerte sí funciona porque él desconoce estudios que prueben que no funciona. Una de las causas de la falacia del desconocimiento es el considerar a la experiencia personal como una fórmula de argumentación central: todo se probaría o desaprobaría solamente dependiendo de lo que él sabe y conoce. Si la persona resulta un experto en la materia, sus opiniones tendrán cierta solidez —pero si no es experta, lo que ella afirme será sujeto de muchas dudas. En un discurso político puede usarse esta falacia —por ejemplo cuando un gobernante afirma “yo no he visto a ningún miembro del gobierno colocando nuevas etiquetas de precios más altos a los productos, por lo que no puede culparse al gobierno de la inflación que sufre el país; tampoco he visto cerrando fábricas a los gobernantes de mi partido, por lo que no pueden culparnos de la pérdida de empleos”. |
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