predominancia islámica (como en Irán, por ejemplo), donde todas las personas sin importar su credo, tienen que regirse por las leyes islámicas mancillando así las leyes de su credo individual. De igual manera no creo que Monseñor Hugo Barrantes Ureña (Arzobispo de la Arquidiócesis de San José), consienta que el Estado le dicte cómo pastorear a su iglesia; tampoco creo que don Justo Orosco (Pastor Cristiano Evangélico), consienta que nuestra Asamblea Legislativa le dicte las reglas de cómo pastorear su secta. ¿Qué diría Monseñor si nuestro Estado, por ley,  obligue que las monjas deban utilizar minifalda?, ¿qué diría don Justo Orozco si nuestro estado, por ley, obligara a su secta a sustituir sus cantos (alabanzas) por Rock Metálico, de ese que califican como “satánico”?

Expongo el tema en los términos más sencillos posibles, para que todos lo puedan comprender; para que estén conscientes de que no se trata de estar en contra de religión alguna, sino más bien, de garantizar la “pluralidad” de credos religiosos como le corresponde a un Estado Democrático.

Nuestra Asamblea Legislativa, por el simple hecho de no representar a los pueblos de manera directa, sino a través de partidos políticos con intereses particulares, es ya un completo relajo donde nada avanza por privar el derecho de las mayorías y prevalecer los intereses partidistas. Ahora, imagínense una Asamblea con diputados del clero Católico y con pastores diputados de los cientos de sectas evangélicas existentes: sería una anarquía total, o quizás un campo de batalla donde lejos de legislar, pasarían la vida discutiendo y peleando por su posición religiosa y no por el interés de las mayorías.

El ligamen estado-religión, también ha servido a nuestros políticos para manipularnos. Siempre que nos quieren convencer de algo, acuden a alguna misa acompañados por algún obispo o cura popular, a sabiendas que la mayoría de la población, practica el catolicismo. Y no solo en nuestra Costa Rica; también tenemos el ejemplo en la vecina Nicaragua en donde un ateo como Daniel Ortega, presidente de un país que ya estableció su Estado como Laico, pasea siempre a su lado al ex Monseñor Obando y Bravo (y hasta rezan juntos en plaza pública), para engañar a una población de mayoría católica. Igual fue la práctica de don Oscar Arias con el ya fallecido Monseñor Román Arrieta, o doña Laura en la última peregrinación a la Basílica de Los Angeles.