''Quítate tu pa ponerme yo'': Nicaragua - TicoVisión
La historia se vuelve a repetir, esta vez con un primo hermano que no supo respetar los lazos de sangre, porque el amor por Arnoldo Alemán, resultó ser más fuerte que la sangre que...
17 de marzo de 2013 | TicoVisión | Redacción - | Opinión | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento
Por Jorge J. Cuadra V.
17 de marzo de 2013.- Verdaderamente es una lástima que Eduardo Montealegre Rivas sea tan leal como pariente. Son dos veces que esa lealtad le ha golpeado con la traición.
Enrique Gasteazoro Montealegre era la niña de los ojos de Eduardo en nombre de una lealtad familiar de fines del siglo XIX. Enrique Gasteazoro pertenecía al círculo más íntimo del joven y exitoso político sin tener acciones relevantes que lo hicieran merecedor de esa distinción. Todo se basaba en la hermandad de dos lejanos abuelos que marcaron una amistad leal y eterna. Por lo menos eso era lo que se esperaba, sin embrago, la deserción de Enrique no descalabró a la organización política de la que se retiró, pero laceró el corazón del líder político porque el disidente se fue a refugiar al alero del peor enemigo político que tenía su protector, amigo y hermano, Arnoldo Alemán.
A sabiendas que con Alemán no tenía ninguna oportunidad y habiendo sido nombrado diputado del Parlacen por influencia directa de Eduardo, no dudó en desafiar la ira de los abuelos desaparecidos.
La historia se vuelve a repetir, esta vez con un primo hermano que no supo respetar los lazos de sangre, porque el amor por Arnoldo Alemán, resultó ser más fuerte que la sangre que corre por sus venas.
Enrique Gasteazoro Montealegre era la niña de los ojos de Eduardo en nombre de una lealtad familiar de fines del siglo XIX. Enrique Gasteazoro pertenecía al círculo más íntimo del joven y exitoso político sin tener acciones relevantes que lo hicieran merecedor de esa distinción. Todo se basaba en la hermandad de dos lejanos abuelos que marcaron una amistad leal y eterna. Por lo menos eso era lo que se esperaba, sin embrago, la deserción de Enrique no descalabró a la organización política de la que se retiró, pero laceró el corazón del líder político porque el disidente se fue a refugiar al alero del peor enemigo político que tenía su protector, amigo y hermano, Arnoldo Alemán.
A sabiendas que con Alemán no tenía ninguna oportunidad y habiendo sido nombrado diputado del Parlacen por influencia directa de Eduardo, no dudó en desafiar la ira de los abuelos desaparecidos.
La historia se vuelve a repetir, esta vez con un primo hermano que no supo respetar los lazos de sangre, porque el amor por Arnoldo Alemán, resultó ser más fuerte que la sangre que corre por sus venas.
Mauricio Montealegre Zepeda nunca ha dejado de ser un redomado arnoldista, que logró disfrazar su lealtad al político más corrupto de los últimos tiempos, para desdicha de su primo y desgaste de sus intereses. Analizando sus actitudes de última hora, se puede sacar en conclusión que lo que quiere Mauricio es darle vida a su antiguo amigo y compinche, aunque en eso se vayan las posibilidades de Eduardo. Actuando como consejero íntimo, no podemos saber los malos consejos que le dio al primo hermano para hacerlo perder popularidad y confianza dentro del mundo opositor y lo logró porque Eduardo se estrelló estrepitosa e inexplicablemente contra el muro de la corrupción arnoldista.
Esta última expresión de amigo despechado que lo hace proyectar el pesar de no haber estado en una tal reunión con ese cadáver momificado que se llama Arnoldo Alemán, promocionada supuestamente por otro arnoldista irredento disfrazado de demócrata, que sacó la tajada de una diputación para su señora esposa aparentando lealtad para Eduardo Montealegre, cuando en realidad es con Arnoldo como Maduro con Chávez, Maximino Rodríguez.
El palabrerío de Mauricio Montealegre deja plantada la duda del apoyo incondicional que le debería dar a su primo hermano. Es como decir, estoy con Eduardo, pero… cuando no hay peros que valgan, sino apoyo incondicional y diáfano.
Criticamos a los chavistas porque se aferran a una momia y aquí somos iguales cuando ciertos liberales se aferran a la momia de El Chile, pensando en una nueva bancada manejada por el nefasto personaje a quien le debemos el montaje de esta dictadura.
Tiene razón Eduardo cuando dice, “Yo ya me quité.” Desgraciadamente, y no por errores del líder de la Alianza PLI, llegó la hora que toda la clase política que ha actuado desde el pacto Alemán-Ortega, se retire de la acción directa para darle paso a una nueva generación de políticos que no han tenido la oportunidad de actuar. Tal vez de esa manera encontramos la forma de desbaratar los planes malignos de la dictadura orteguista y le damos una oportunidad a la juventud para que se supere a través de un plan de estudios serio y patriótico. Seguir con los mismos intérpretes políticos, es seguir alimentando el plan nacional que Ortega nos tiene preparado y eso significa el fin como nación independiente.
Esta última expresión de amigo despechado que lo hace proyectar el pesar de no haber estado en una tal reunión con ese cadáver momificado que se llama Arnoldo Alemán, promocionada supuestamente por otro arnoldista irredento disfrazado de demócrata, que sacó la tajada de una diputación para su señora esposa aparentando lealtad para Eduardo Montealegre, cuando en realidad es con Arnoldo como Maduro con Chávez, Maximino Rodríguez.
El palabrerío de Mauricio Montealegre deja plantada la duda del apoyo incondicional que le debería dar a su primo hermano. Es como decir, estoy con Eduardo, pero… cuando no hay peros que valgan, sino apoyo incondicional y diáfano.
Criticamos a los chavistas porque se aferran a una momia y aquí somos iguales cuando ciertos liberales se aferran a la momia de El Chile, pensando en una nueva bancada manejada por el nefasto personaje a quien le debemos el montaje de esta dictadura.
Tiene razón Eduardo cuando dice, “Yo ya me quité.” Desgraciadamente, y no por errores del líder de la Alianza PLI, llegó la hora que toda la clase política que ha actuado desde el pacto Alemán-Ortega, se retire de la acción directa para darle paso a una nueva generación de políticos que no han tenido la oportunidad de actuar. Tal vez de esa manera encontramos la forma de desbaratar los planes malignos de la dictadura orteguista y le damos una oportunidad a la juventud para que se supere a través de un plan de estudios serio y patriótico. Seguir con los mismos intérpretes políticos, es seguir alimentando el plan nacional que Ortega nos tiene preparado y eso significa el fin como nación independiente.
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