Redacción.-  Los ciudadanos de las siete provincias costarricense no saben qué hacer ante los altos índices de delicuencia que los atemoriza, las autoridades tampoco. Ahora salieron los asesinos renovando sus técnicas delictivas para eliminar sus adversarios. Los descuartizan.

Los noticiarios, prensa escrita, radiofónicos y TV, vienen llenos de sangre y fuego, el horror es galopante y no cesa ante los ingentes, pero precarios, esfuerzos de la policá civil y judicial. Amanecemos con notieros con asesinatos, bajanazos y ajuste de cuentas de toda realea y a cada hora, a todas luces denota que la seguridad ciudadana, se les fué de las manos a los entes encargados de aplicar la ley.

Hace unos años a los maleantes les mencionaban que los enviarían al presidio de la isla San Lucas los ponía a temblar, no era para menos, era un sitio de castigo para los criminales y demás sentenciados; ahora que se desató el diablo chingo por nuestras calles, barrios y hogares, nadie está a salvo de ser víctima de un delito, hay más malenates en la calle que guardias para combatirlos, sumado a ello las flojas aplicaciones de las leyes o medidas que dictan los jueces que suavizan sus sentencias antes de endurecerlas tal y como se merece.

Bueno, hay que poner en cintura con la ley a los que viven al margen de ella. Los asesinos, sean sicarios, cobradores, chuchingas asesinos de mujeres, violadores callejeros y de cuello blanco, funcionarios que enriquecen sus arcas familiares a costa del erario público, ladrones y por igual los borrachos que matan al volantes de sus máquinas asesinas con la botella de licor como compañera.

El mejor lugar actual es la antigua y temida prisión de la isla San Lucas, es el lugar ideal para ello, hay que invertir en cárcel nueva, demoler esas antiguas construcciones testigos de un pasado que Costa Rica no quiere recordar jamás. Pero no salgan ahora los defensores de los derechos humanos con que tiene que ser una cárcel con todas las comodades que se merecen los seres humanos, no, nada de eso, debe ser una cárcel como tal donde sus inquilinos llegan a purgar una pena, entre algunos casos, sentenciados por haber matado a otra persona, su maestro, su madre, su padre, sus hermanos, hermanas, su esposa o quizá a nosostros mismos.

Ahí los presos tendrán que ganarse la comida con trabajo, nada de granjerías ni intervenciones de los defensores de los habitantes ni nada parecidos, el delito se paga con la sombra, aunque ahí tendrán sol siempre esto no quiere decir que vayan a disfrutar de una sentencia sabática, ¡¡ jamás !!.

Muchos pegarán un grito al cielo por San Lucas pero no por las familias con cientos de víctimas inocentes, clamrán por ser un refugio de vida silvestre de 434 hectáreas poblada de bosque seco en transición a húmedo, una isla abandonada por la cual el Ministerio del Ambiente y la Municipalidad de Puntarenas se la pasan peleado por su propiedad, mientras el Instituto Costarricense quiere usar el 5% de su extensión para obras turísticas, hasta la fecha nada de nada.

Al menos al ministro Carlos Ricardo Benavides del ICT se le puede ocurrir lo de un nuevo presidio y se elimina la Reforma , los viajes de los sábados y domingo a la isla, en lanchas, catamarán y otras naves llevarán personas a visitas, otras a comprar artesanías. Imaginen una población de 1872 presos, cuatro personas que los visiten en esos ocho días al mes, estamos hablando de 29952 visitantes que se trasladarían de todas partes del país a San Lucas, ¿no es esto un buen turismo controlado?.