campañas políticas. Esta situación no ha afectado la carrera política de nadie porque como se hacía en los dos partidos tradicionales, nos disimulábamos mutuamente. Vean ustedes como Miguel Angel Rodríguez viajó en un jet privado a México con altos dirigentes del PUSC a reunirse con Carlos Hank sospechoso de corrupción. Aun así fue electo candidato del PUSC y presidente de la República unos meses después. Mi mentor Oscar Arias recibió cifras millonarias de varios narcotraficantes para su primera campaña política. Todo se reveló algunos años después y aun asi fue escogido por mi partido como candidato y electo presidente por una segunda vez. José María Figueres recibió centenares de millones de una empresa sobornadora de políticos que se llama Alcatel y aun así sigue vivo políticamente y cuando visitó la Asamblea Legislativa hace unos meses todos los diputados del PLN lo protegieron y defendieron. Rafael Angel Calderón, a pesar de los recursos que recibió del préstamo finlandés hoy apadrina precandidatos presidenciales y es aplaudido por su partido, mientras que su esposa, condenada por el mismo caso, ostenta una curul en la Asamblea Legislativa.

Puedo continuar con muchos otros casos. Pero estos ejemplos bastan para que ustedes comprendan que soy el fruto de una cultura política en la que se vale aprovecharse del poder para obtener beneficios personales y en la que no se hacen preguntas a un donante si se trata de donaciones sustanciosas. Es más, soy parte de una cultura política que ha atacado a quienes se oponen a estas prácticas con burlas descalificadoras, afirmando que se preocupan por “galletas”.

Me involucré en la política y nunca cuestioné esos hechos. Me fui adaptando y acostumbrando hasta que llegué a ser una alumna aventajada en esa materia, tal y como ustedes lo pueden constatar hoy. Es más, es cierto que puedo incurrir en estos hechos porque tengo el poder de la presidencia, pero también es cierto que soy presidenta porque incurrí y disimulé ese tipo de hechos. Quizá si los hubiese denunciado nunca hubiese llegado a tener el liderazgo en mi partido.

Pero, costarricenses, mi reiterado silencio ante las prácticas de mis mentores y mi afirmación durante la última campaña de que debíamos mantener el rumbo y seguir para ADELANTE, les debió indicar a ustedes que en mi opinión, esas prácticas eran correctas y que yo sería fiel a las mismas. Así que hoy ustedes me pueden condenar por el caso del Jet pero no porque les haya engañado.

Por ello, a pesar de la gravedad de los hechos tal y como en este momento de mi vida lo he llegado a comprender, no me pidan que renuncie pues a nadie he engañado. Ustedes sabían exactamente por el estilo político que estaban votando y a ese estilo he sido leal.

A pesar de ello, hoy he comprendido mis errores y los errores de mi partido a lo largo de los últimos años. A partir de hoy gobernaré de acuerdo a los más altos estándares éticos. Juro que en estos meses que me quedan de gobierno seré ejemplo de rectitud y despediré a los jerarcas que no se percaten de que todo ha cambiado. Solicitaré a los países más avanzados en materia de lucha contra la corrupción copias de sus Códigos de Ética y los pondré en práctica al pie de la letra. Comenzaré por su lectura en Cadena Nacional de Televisión y pediré que se lean una vez por mes en la Asamblea Legislativa.

Costarricenses: pido perdón. Otórguenme el beneficio de la duda; bríndenme la oportunidad de mostrarles que he cambiado y que en un año podemos recuperar la esperanza y mostrar que la política puede ser honorable e inspiradora.

Buenas Noches, Muchas Gracias y que Dios nos ilumine a todos y todas”.