años, poseer un grado académico superior al bachillerato, distinguirse en su especialidad, demostrar interés por asuntos universitarios, ser honorable y prudente, ser profesor o investigador con una antigüedad no menor de cinco años, no ser ministro de algún culto religioso, no desempeñar cargo público…”, sino además no haber sido designado “a dedo” por el gobierno de turno por razones de compadrazgos políticos, y tener una trayectoria intachable dentro de su vida profesional, especialmente en aquellas profesiones dentro de la fe pública, aunque no sean requisito para ejercer su “magnificus” cargo.

En una noticia publicada en eluniverso.com.co, de Colombia, intitulada “Rectores corruptos serán suspendidos: Gobernador de Córdoba”, se señala: “en el sector de la educación [es] en donde a juicio del gobernador… se registran los mayores índices de corrupción... El mandatario de los cordobeses hizo un enérgico llamado a los rectores de los colegios a erradicar las prácticas de corrupción pues de lo contrario serán suspendidos, tras el rigor de las investigaciones… Así lo indicó luego de anunciar la suspensión en provisionalidad, durante tres meses y sin derecho a remuneración, a dos rectores de Ciénaga de Oro y Pueblo Nuevo.”

Otra noticia, publicada en La Ventana de Colombia, “Suspendido el rector de la Universidad de Antioquia”, apunta que: “La Procuraduría suspendió por 4 meses del ejercicio del cargo al rector… por supuestas irregularidades en contratos…La investigación evidencia que [el rector] suscribió en diciembre de 2003 un convenio para implementar en la [universidad] un software desarrollado y ofrecido por […], sin efectuar los estudios de conveniencia…”.

La revista TIME (6/6/13), en “The Lessons of the Megalomaniac University President” (Las lecciones un presidente megalómano), indica que “Si desea una visión de lo que ha ido mal con la educación superior en Estados Unidos, no busque más allá de la brillante carrera del [rector/presidente] que a partir del 1 de julio será el ex-presidente de la Universidad Estatal de Ohio (y de Brown y Vanderbilt, así como las universidades públicas emblemáticas de Colorado y Virginia Occidental)… [el rector] tenía un talento para, en la jerga de las escuelas de negocios, la búsqueda de maneras de monetizar las relaciones sinérgicas de la marca en el contexto de un entorno de marketing dinámico. Traducción: recaudó mucho dinero, sobre todo al hacer cosas como aumentar la matrícula (los residentes de Ohio ahora pagan 150% más…), “privatizó” el parqueo de la universidad y consiguió alumnos adinerados para que pagaran cantidades cada vez mayores de dinero en efectivo, en forma de donativos deducibles de impuestos… Una cosa que rara vez se le preguntó en el contexto de conseguir y gastar, ¿para qué se supone es exactamente ese dinero? En teoría, por supuesto, es para “la educación”. En la práctica, una gran cantidad va directamente a los bolsillos de un grupo metástasis de los administradores de la universidad, cuyos puestos de trabajo… consiste en inventar justificaciones para su propia existencia mientras acosan a los profesores para completar evaluaciones de diversos tipos… Las universidades no son empresas, y sus rectores/presidentes no son CEOs. Estas instituciones existen por razones ajenas al deseo de maximizar sus ingresos…”.

Esperemos que en Costa Rica no haya que suspender a ningún rector –con todo y consejo universitario- por violentar su “magnificus” cargo como consecuencia, por ejemplo, de la posible firma de “convenios marco”, en los que se erogan cantidades millonarias sin haber tan siquiera determinado la fundamentación científica de los insumos que compra, “sin efectuar los estudios de conveniencia”  de esos insumos en y para Costa Rica y su universidad, y utilizando a profesores y estudiantes como “conejillos de Indias” de experimento arbitrario alguno…