tratara de un caso de corrupción estatal, siendo el fútbol y la misma Federación un ente privado, con conexiones públicas, pero privado al fin.

La furibunda reacción en las redes sociales no se hizo esperar, páginas creadas con el fin de denunciar a los revendedores al mejor estilo del “se busca” de los narcotraficantes. Esto me lleva al siguiente punto: los ticos despertamos un gran sentido crítico hacia lo colectivo, lo cual “es bueno”, pero lo estamos desperdiciando en charlatanería mediática, lo cual “no es tan bueno”.

¿Por qué si un partido de fútbol nos mueve con tal pasión, no vemos la misma insistencia de los padres de familia para que se mejore la educación a nivel nacional?, ¿dónde están las manifestaciones por la mejora de los servicios de salud? Y ni hablar de manifestaciones reales y responsables exigiéndole al gobierno cuentas por los casos de corrupción total en las que se ha visto envuelta la administración Chinchilla.

A pesar de que a me gusta mucho el fútbol y por supuesto, quiero que le vaya bien a nuestra selección nacional, decepciona ver como la colectividad en Costa Rica se mueve a pura “chicha”, todos estamos dispuestos tirar piedras y masacrar pero, no estamos pagando el precio para “formar democracia y justicia social”, nos quejamos de que la vida es cada vez más dura y no le exigimos al gobierno la expansión de sedes de instituciones como el INA, que serían pilares en el desarrollo nacional productivo y económico. Pagamos Seguro Social y no exigimos trato profesional cuando asistimos al centro de Salud, ya que en muchos de estos los funcionarios piensan que atienden por beneficencia, por caridad, y no por cumplir el deber y la obligación con el usuario de un servicio previamente pagado.

Como decían nuestros abuelos “pongamos las barbas en remojo”, estamos consumiendo nuestro tiempo en ver demasiada televisión, en estar sentados horas tras horas frente a un monitor de computadora dedicando así, mucho tiempo al ocio.

¡Despertemos como PAÍS y como SOCIEDAD!, hemos estado durmiendo mientras otras naciones han despertado a sus ciudadanos y van caminando a grandes pasos, nosotros nos quedamos varados en los “lamentos quejumbrosos” y en esperar en que todo nos lo den servido; trabajemos, motivemos, seamos personas amables y respetuosas, nos hemos convertido en un país de iracundos; cuando comprendamos esto, podremos asumir nuevos retos,  llevar a nuestras familias por la ruta del éxito, ese éxito que no es solo económico, si no el que da la certeza de que lo que se hace cada día, nos ayudará a hacer el siguiente… ¡aún mejor!