pal oferta son programas de entretenimiento, y no hay nada malo en entretenerse, el problema es que como ciudadanos hemos entrado en una especie de confort, muchas veces lo único que queremos hacer cuando salimos del trabajo, es que el bus llegue rápido para ver la serie favorita, y si por alguna razón el bus se atrasa o quedamos en una presa pasamos reprochando por perdernos un “gran final”.

En los últimos años con la entrada de las redes sociales, los psicólogos han identificado nuevos trastornos, como los de personas que simplemente no pueden vivir sin acceso a Internet o también al teléfono celular, y muchos no por motivos laborales, sino simplemente por dependencia.

Muchos de estos comportamientos como sociedad, nos han llevado a zonas peligrosas, el ejemplo de la televisora mexicana es uno de ellos, esta empresa llamada Televisa que tiene al que ha sido el hombre más rico del mundo como mandamás, se ha inmiscuido en temas políticos, tanto así que la última elección en ese país inicio una serie de manifestaciones y cuestionamientos por manipulación mediática, también están involucrados con equipos de fútbol y manejan decisiones importantes en este campo. Estos hechos envían serios indicadores de posible corrupción y manipulación, ya que mientras ellos se involucran en campos influyentes, mantienen a un pueblo muy entretenido pero con claros índices de violencia y poca atención a las necesidades de la gente más pobre.

En Costa Rica vemos como las televisoras nos ofrecen programas de chismes y farándula para enterarnos de la vida de los famosos (copia de esas televisoras mexicanas), y hace algunos años ya circula un “programa de concursos” que   tiene pruebas sin sentido y al final nadie sabe con qué fin los llamados combatientes participan en ese programa, y ni que decir de que muchos dan vergüenza al dar respuestas erróneas a preguntas que un niño de escuela primaria podría responder sin problemas.

En el campo político costarricense tenemos un caso de un “entretenedor masivo”, el señor Johnny Araya, que se ha hecho de una buena opinión pública por aparecer frecuentemente en fiestas rimbombantes; introdujo el “Festival de La Luz”, que se ha convertido en un evento tradicional de las fiestas de fin de año, también es gran promotor de las corridas de toros, y durante su período se invirtieron cientos de millones de colones para que la plaza luciera en impecables condiciones, pues así, nos dejamos entretener por un maestro de ceremonias, mientras no nos enterábamos que no se le daban los dineros correspondientes al Hospicio de Huérfanos de San José, y mientras nos metían el cuento de la re-población de San José como un proyecto de impacto social, cuando lo que resulto ser fue un proyecto para darles apartamentos de lujo a riquillos y que tuvieran sus dormitorios cerca de la capital.

Y ni que decir de la formidable idea  que tuvo el candidato liberacionista de quitar las pruebas de bachillerato en lugar de preparar mejor a los muchachos y hacer revisiones de los programas de estudio y los métodos de enseñanza que utilizan los profesores.

Costarricenses, nos hemos dejado impresionar por las luces y los reflectores, las mismas televisoras costarricenses y muchos noticieros hipócritas que hoy critican al gobierno, han sido promotores de todos esos candidatos que llegaron a ocupar la silla presidencial.

Por eso es que el sobre-entretenimiento nos ha llevado a estar “hipnotizados” y hacernos de la vista gorda ante las necesidades de nuestros pueblos, la educación como pilar del desarrollo, la promoción de la lectura y los debates entre nuestros estudiantes, esto nos
dejará de buscar caudillos de antaño; ni las ideologías de derecha o izquierda sacan a ningún país adelante, es la gente común, el pueblo que lucha y se educa, el que hace mover los motores del desarrollo igualitario dentro de los países.

Queda en nuestras manos salir del trance noticioso y farandulero que nos mueven sobre corrientes de pensamiento momentáneas, es en nuestras familias, nuestros barrios donde empezaremos haciendo el cambio, y la que nos dará la visión para salir adelante.

¡No seamos más siervos de nuestro ocio y comodidad! Movámonos hacia un futuro prometedor.