Lecciones del pasado: Miss Holocausto - TicoVisión
Hace unos días, 2000 personas asistieron en Haifa (Israel), a la segunda edición del concurso para elegir a “Miss Holocausto” entre mujeres israelíes que...
Por Fernando Solís
3 de septiembre de 2013.- Hace unos días, 2000 personas asistieron en Haifa (Israel), a la segunda edición del concurso para elegir a “Miss Holocausto” entre mujeres israelíes que sobrevivieron al genocidio nazi; concursaron 300 participantes residentes en distintos países y llegaron a la final 18 señoras de edades superiores a los 70.
La ganadora del certamen tiene 93 años, fue prisionera en Auschwitz durante la guerra. Actualmente, vive en Israel en una residencia de ancianos que sobrevivieron al Holocausto con su hijo, que sufre discapacidad mental. El concurso ha sido blanco de críticas, pues muchos piensan que es de mal gusto e incluso macabro pretender homenajear a estas mujeres a través de este tipo de actos.
Al leer la noticia también me quedé sorprendido, pensando en lo acertado o desacertado del mismo, pero al saber que las participantes acudieron voluntariamente, buscando la oportunidad de convivir con otras mujeres que habían sufrido la misma adversidad y dificultades en sus carnes, pensé que el pasado no debe ser borrado de la memoria colectiva por desagradable o cruel que fuese, sino incluirse en el patrimonio mundial de la humanidad que es la memoria histórica, en el capítulo de las buenas y malas prácticas,
La ganadora del certamen tiene 93 años, fue prisionera en Auschwitz durante la guerra. Actualmente, vive en Israel en una residencia de ancianos que sobrevivieron al Holocausto con su hijo, que sufre discapacidad mental. El concurso ha sido blanco de críticas, pues muchos piensan que es de mal gusto e incluso macabro pretender homenajear a estas mujeres a través de este tipo de actos.
Al leer la noticia también me quedé sorprendido, pensando en lo acertado o desacertado del mismo, pero al saber que las participantes acudieron voluntariamente, buscando la oportunidad de convivir con otras mujeres que habían sufrido la misma adversidad y dificultades en sus carnes, pensé que el pasado no debe ser borrado de la memoria colectiva por desagradable o cruel que fuese, sino incluirse en el patrimonio mundial de la humanidad que es la memoria histórica, en el capítulo de las buenas y malas prácticas,
no para anclarnos o vivir en él, sino para ser leído libremente con el ánimo de ayudarnos a progresar superando tropezones y errores históricos anteriores.
Viene esto a colación de corrientes de pensamiento que proponen hacer desaparecer vestigios y monumentos que en su día enaltecieron o representaron la barbarie, la explotación, la opresión, la injusticia; a lo mejor su permanencia y su conocimiento son más didácticos que su destrucción para las generaciones presentes y futuras, pues una página arrancada de un libro no puede ser leída y pasada, y mucho menos evita que los hechos en ella reflejados sucedieran o se repitan.
Muchos de los sobrevivientes al horror de los campos de concentración han vuelto posteriormente junto a sus descendientes a las ruinas de alguno de ellos, que se conservan como reprobación universal de lo que no debe repetirse, ¿habremos de borrarlos de la faz de la tierra como si no hubieran existido ni ellos ni el genocidio que albergaron, o para el que fueran construidos?
Las pirámides de Egypto fueron erigidas con el sacrificio y muerte de miles o millones de esclavos, en el Coliseo y circos romanos fueron sacrificados, martirizados y comidos miles o millones de seres humanos, ¿habremos de dinamitar dichas construcciones para olvidar la sangre y vidas humanas derramadas en los mismos?
En España, el dictador fue aclamado popularmente en la plaza de Oriente en diversas ocasiones, ¿hacemos desaparecer el Palacio Real como rechazo a todas las dictaduras habidas y por haber? Más bien, creo que el pasado hay que escribirlo en el libro de la historia, con tinta indeleble como el número 80277 que Miss Holocausto, nacida checa, conserva marcado en su brazo por los genocidas nazis.
Viene esto a colación de corrientes de pensamiento que proponen hacer desaparecer vestigios y monumentos que en su día enaltecieron o representaron la barbarie, la explotación, la opresión, la injusticia; a lo mejor su permanencia y su conocimiento son más didácticos que su destrucción para las generaciones presentes y futuras, pues una página arrancada de un libro no puede ser leída y pasada, y mucho menos evita que los hechos en ella reflejados sucedieran o se repitan.
Muchos de los sobrevivientes al horror de los campos de concentración han vuelto posteriormente junto a sus descendientes a las ruinas de alguno de ellos, que se conservan como reprobación universal de lo que no debe repetirse, ¿habremos de borrarlos de la faz de la tierra como si no hubieran existido ni ellos ni el genocidio que albergaron, o para el que fueran construidos?
Las pirámides de Egypto fueron erigidas con el sacrificio y muerte de miles o millones de esclavos, en el Coliseo y circos romanos fueron sacrificados, martirizados y comidos miles o millones de seres humanos, ¿habremos de dinamitar dichas construcciones para olvidar la sangre y vidas humanas derramadas en los mismos?
En España, el dictador fue aclamado popularmente en la plaza de Oriente en diversas ocasiones, ¿hacemos desaparecer el Palacio Real como rechazo a todas las dictaduras habidas y por haber? Más bien, creo que el pasado hay que escribirlo en el libro de la historia, con tinta indeleble como el número 80277 que Miss Holocausto, nacida checa, conserva marcado en su brazo por los genocidas nazis.
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