Cito lo manifestado por Carter en las elecciones de 2006: “Aunque en desacuerdo con la política de Hugo Chávez, en 2006 ganó los comicios de una manera totalmente honesta. De hecho, de las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo". Señalaba Carter, que la mayor ventaja del sistema venezolano es el hecho de que sea totalmente automático, lo que facilita la verificación de los resultados de las elecciones.

Nuestro gobierno pasado, el de doña Laura Chinchilla Miranda, fue calificado por una inmensa mayoría al llegar a su segundo año de mandato (2012), como uno de los peores de nuestra historia democrática. En una encuesta de Cid Gallup para CRHoy, publicada el 3 de octubre de 2012 se manifestaba “…este gobierno es el segundo peor calificado desde el año 1978 (hace 34 años)”. El colmo fue que su propio partido (PLN), desconoció su gobierno como un “gobierno liberacionista” y la descalificó por boca del entonces presidente de esa agrupación, don Bernal Jiménez. Y ¿qué hicimos los costarricenses?: ¿acaso nuestra oposición o los grupos de poder económico se fueron a buscar apoyo a Estados Unidos para darle un “golpe de estado”…? NO. ¿Acaso nuestra oposición y grupos de poder económico escondieron productos de primera necesidad y de consumo masivo para crear una crisis y hambre? NO. Todo lo contrario, la mayoría llamaba a la calma y nos tragamos el resto de su gobierno en el que seguían ocurriendo más “oscuros” que “claros” hasta que llegara el período electoral 2014 como respetuosos de “nuestra democracia”. Aún quedan muchos “oscuros” que nunca fueron aclarados y que tenemos la obligación de exigir que sean esclarecidos hasta la saciedad.

Debo aquí hacer un paréntesis analizando a nuestros políticos y “malos capitalistas” que quizá, si Chinchilla Miranda hubiera sido de “izquierda”, no hubieran dudado en ejercer la metodología empleada por el señor Capriles como “Alfil” de los grupos de poder económico de Venezuela y que tienen a ese bello país al borde, no solo de una supuesta “guerra civil”, sino de una intervención armada por parte de Estados Unidos en alianza con Colombia representándolos y como contraparte a Rusia y China, quienes ya movilizaron navíos a la zona. Una característica común y casi global en las democracias imperantes a nivel mundial es que, las izquierdas ¡respetan los procesos en que ganan las derechas, inclusive las recalcitrantes! Pero las derechas son “intolerantes” y no respetan los procesos en que ganan las “izquierdas”.

Me da suma vergüenza, créanmelo, observar en las redes sociales toda clase de “llamados guerreristas” e “improperios” en contra de Maduro por parte de costarricenses; igualmente y además la parcialidad de nuestros medios de comunicación, “analistas”, “académicos”, “diputados” y hasta “profesores escritores” que siempre fueron ecuánimes, expresarse de esa manera… (no recuerdo a ningún venezolano decirnos qué hacer con la Chinchilla o interviniendo en nuestro proceso). El colmo fue el viaje de campaña “Anti-Maduro”) de don Oscar Arias y las manifestaciones recientes del legislador liberacionista Rolando González (quien se ha convertido en la voz sonora y cantante del PLN dando la impresión de ser el jefe de fracción, “exigiendo” enérgicamente (como patrono al empleado) al señor presidente Solís Rivera el adoptar una posición más firme e intervenir en lo que sucede en Venezuela. ¿Intervenir? ¿Es que acaso ahora formamos parte del eje interventor ya conocido internacionalmente con Estados Unidos a la cabeza?

Respetemos para que nos respeten siempre como un “ejemplo de democracia”. Pero este irrespeto e intromisión con Venezuela les nace a nuestros grupos de poder, desde que pensaron en nuestra última campaña electoral y juraban que quedaría Villalta y acudieron a confabuladores internacionales, reviviendo el “síndrome comunista de la ‘Guerra Fría’ ”.

En Venezuela se juega algo más grave que obedece a intereses foráneos y geopolíticos, no solo a la política interna y ello pronto saldrá a la luz. Pero a lo interno se ha promovido por Capriles y los grupos de poder (no por Maduro) la verdadera división de clases y el odio entre hermanos.