¿Sabe por qué no se comunica en inglés? - TicoVisión |
Escrito en 26/04/15 a 04:19:32 GMT-06:00 Por Administrador |
Agradézcale a quienes deciden la política educativa en inglés las dificultades que usted enfrenta, la pérdida de oportunidades para comunicarse y aprender interculturalmente con anglófonos y personas valiosas que utilizan el... Por Gerardo Barboza, M.Ed. * Educador ¿Le ha sucedido, o sucede, que luego de muchos años de estudiar inglés, durante su educación primaria, secundaria y hasta universitaria, de curso en curso, usted aún siente la urgente necesidad de comunicarse en ese idioma; sin embargo, no ha alcanzado su meta? ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué es que luego de tanto tiempo y recursos económicos invertidos, aún no logra comunicarse en inglés, en esa lengua sencilla, cuya etimología es, más bien, el francés antiguo (angleis)? No busco con este comentario dar “la” respuesta a las preguntas planteadas. Pero sí estimo conveniente que el estudiante –entendido como aquella persona que necesita o desea comunicarse en esa lengua y por lo cual se encuentra en algún curso- posea criterios adicionales más allá de lo que la publicidad, el mercadeo, la agnotología –o producción de la ignorancia- presentan, de tal manera que, en estas sociedades de “oferta y demanda”, de “defensorías del consumidor” y de “calidad educativa”, cada quien pueda hacer valer sus derechos. En el proceso educativo existen al menos los siguientes actores: (1) quienes establecen la política educativa; (2) quienes presentan la oferta académica o de estudios (universidades, institutos y, más recientemente, un departamento de capacitación de una transnacional que al parecer “sabe” más que sus “académicos”/Estudiantes de la UTN podrán mejorar su inglés, Semanario Universidad 2081); (3) profesores; (4) estudiantes. Astutamente, quienes establecen la política educativa, junto con los que presentan la oferta de estudios, responsabilizan a profesores y estudiantes del fracaso en inglés. Los estudiantes: Como actores en el proceso educativo son quienes llegan al aula de primaria, secundaria y universitaria de “buena fe” para que se les “enseñe” inglés. Si bien es cierto existen causas atribuibles a los estudiantes tales como la dificultad para aprender una lengua distinta a la materna, la falta de recursos económicos para hacer continuo el esfuerzo, la actitud negativa hacia la lengua que estudia, la desmotivación generada por las malas experiencias en el pasado, la tediosa y reciclada historia de tener que iniciar el mismo “nivel” de curso, por ejemplo, con –otra vez– “the alphabet”, “personal pronouns”, “yes/no questions”, etcétera, y aspectos culturales y psicológicos como “el qué dirán”, la mofa, la burla de grupo, el temor o la pena de comunicarse en otro idioma, estas, de existir, son causadas o exacerbadas por la política educativa errónea. Cualesquiera sean las causas atribuibles al estudiante, este lleva las de perder: las condiciones de los cursos no son negociables. No es negociable el contenido del curso que definitivamente es impuesto en los programas de estudio oficiales, y en los cursos “libres”, en la mayoría de los casos, es simplemente el índice del libro de texto asignado a gusto del proveedor. Usted no estudia lo que necesita, sino lo que le impongan; lo “ubican” según el parecer de los que saben… No es negociable su precio. Al proveedor simplemente se le antoja un precio, y pagarlo o no dependerá de la capacidad económica de cada estudiante. Como sucede con los “astutos” en negocios, le crean la necesidad de aprender –hoy en día se le llama “inversión extranjera directa”, otro negocio de unos pocos a facturarse a todos los demás- no quedando otro camino más que optar por esa “oferta” laboral que urge del inglés. “Sí, aprenda inglés, pero para que nos sirva y para que nos agradezca el inmenso honor de obtener un ‘trabajito’ en nuestra sin par y distinguidísima transnacional… De otra manera, usted se convierte en un ‘analfabeta moderno’, incapaz de competir a nivel internacional y obtener las oportunidades que solo nosotros le podemos brindar”... Los profesores: Como los estudiantes en general, los profesores también fueron estudiantes. Los que llegaron a las aulas universitarias, llegaron de buena fe, a aprender de quienes “sabían”. Desde luego, como en toda profesión, existen profesores que no deberían serlo. Pero en mi experiencia, esos son los menos. Los desinteresados, a los “malos” profesores, los mismos estudiantes se encargan de sacarlos del sistema. Pero sea el profesor “bueno” o “malo”, ¿dónde fue formado? Si posee un título universitario, ahí, en las aulas universitarias, a cargo de igualmente “buenos” y “malos” profesores. A los profesores en las aulas cuando estudiantes, tampoco les quedó alternativa: su plan de estudios no era negociable. ¡O cumplen los requisitos o no se gradúan! Uno de esos requisitos es la política educativa acordada en esos “consejos universitarios”. Una vez graduados, a los profesores no les queda más que adherirse a lo que diga su empleador. Si el empleador es, por ejemplo, ocurrente, ¿qué podría esperarse de su empleado? Sí claro, existe “la libertad de cátedra”, en tanto esta no se inmiscuya con la política educativa impuesta y la “autonomía” en las universidades se mantenga como un feudo. Desde luego que debe capacitarse a los profesores, empero, ¿significa esto que debe ser la continuidad de la torpe e infundada política educativa que subyace en lo aprendido en las aulas universitarias para luego transmitirlo a los estudiantes…? Universidades y enseñaderos de inglés: Las universidades, necesariamente, en un sistema educativo responsable, son el lugar donde se forman los profesores. Los enseñaderos de inglés –inclúyase cualquier “academy”- junto con escuelas y colegios públicos y privados, son los empleadores de esos profesores. Consecuentemente, estos profesores deben adherirse a lo que su empleador le imponga sobre su “filosofía educativa” –cuando existe y, de existir, es la que está de moda o bien, “mal de muchos, consuelo de…” El enfoque metodológico que debe seguir en las aulas para que sus estudiantes “aprendan”, es con el que transcurrieron toda la carrera universitaria y el que dicta los planes de estudio de su empleador, planes que, nuevamente, son los índices de los libros de texto asignados. Política educativa: Se supone que en los países-democracia, los ministerios de educación pública son los encargados de establecer la política educativa. Dentro de estas instancias se encuentran asesores, por ejemplo, de inglés. Como su nombre lo establece -“política educativa”- esta se circunscribe a las decisiones políticas que son presentadas como “nacionales”, dentro del proceso agnotológico a través de ciertos medios de prensa. No obstante, para el caso costarricense, la nueva “era” de la política educativa sucedió (2008) a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), derivado del Banco Mundial (BM). Desde luego, dentro de ese banco, el BID, fueron economistas neoliberales -y cualquier otro tipo de profesional sin credencial suficiente- quienes “sugirieron” qué debía hacerse para “mejorar” la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación del inglés. Sin sorprendernos, lo “sugerido” redundó en dos instrumentos carentes de base teórica y cuyos resultados mantienen el problema de incomunicación en inglés que produce tanta “pena” para quienes no lo “manejan” en un país donde la lengua oficial es el castellano y que, por el gusto personal de unos pocos, debe hablarse inglés para satisfacer la incompetencia, la arrogancia e incapacidad monolingüística de algunos anglófonos, en razón del negocio de otros pocos llamado “inversión extranjera directa”. ¿A cuenta de qué, en serio, debemos hablar inglés en los países hispanohablantes? ¿Imagina la conveniencia y la comodidad de que usted llegue a cualquier otro país equipado con su castellano, con aires de grandeza y superioridad, y que todos se sonrojen, los hagan sentirse avergonzados y no les den trabajo digno sólo porque no saben “español”? Lamentablemente, el ministerio de educación pública –mejor así, en minúscula- se ha convertido en una sede “oficial” y “democrática” de quienes “sugieren” cómo debe aprenderse idiomas. Pero quienes “sugirieron” lo que debía hacerse tenían, en su lugar, un interés económico disfrazado de “ciencia”: el Marco Común Europeo de Referencia (MCER), derivado del enfoque comunicativo para la educación de lenguas, ambos del paradigma constructivista, y pruebas estandarizadas comerciales, obsoletas, derivadas del paradigma conductista y por ende contradictorias con el MCER, son los dos ejes actuales del rentable negocio del inglés. ¿Explica esto como empleados de un banco sin credencial alguna sugirieron infundados comerciales para dizque “mejorar” la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación del inglés? Al parecer lo que han mejorado son las cuentas bancarias de los monopolios que venden eso, con la ayuda de decisiones “políticas” dentro del ministerio, de las universidades públicas y privadas, de los enseñaderos de inglés y de estudios pseudo científicos sobre un estado de la educación que, risiblemente le dicen a usted que “se encuentra en ‘b1’, pero lo llevamos hasta ‘c1’” y que, además, le “certifican” su inglés cada cierto tiempo… Soluciones iniciales. Lo primero que debe hacerse es entender la situación. ¿Qué es lo que han hecho quienes se autodenominan o se denominan entre ellos como “expertos” y “especialistas”, promoviendo instrumentos infundados, comerciales y contradictorios dentro del ministerio y las instituciones de educación superior, pero que no se les conoce criterio más allá que la simple repetición de los manuales MCER y pruebas estandarizadas –al Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) no lo incluyo porque no saben qué es lo que hacen, más que decir que la ¿currícula es propia en tanto Cambridge es la que decide? Lo segundo, es solicitar a quienes se encuentran a cargo de la política educativa que se retiren y dejen de hacer perder el tiempo, el dinero y las aspiraciones de los estudiantes. Pueden irse a experimentar a otro sitio con sus propios recursos. Lo tercero: Dejar de depender en la educación de lenguas de monopolios monolingüísticos y de empresas transnacionales cuyo giro de negocio tan siquiera es la educación, que en su visión han creado una seria confusión para beneficio de ellos mismos. El negocio en el que caemos todos -algunos de manera ingenua, otras de manera corrupta- es: “Tienen que aprender inglés, tienen que aprenderlo según nuestros métodos infundados, tienen que comprar nuestros productos inservibles derivados de esos métodos infundados, al comprarlos, deben pagar caro, ya no solo de manera directa cuando compra el texto estéril, sino a través de impuestos para que el ministerio y las universidades públicas puedan pagar por esos inservibles y, si no aprenden, los profesores son “malos”, con metodologías obsoletas, mala “pronunciación” (sin saberse cuál es la “buena” entre un texano, un bostoniano, un neoyorkino, un “gringo”, un “inglés”, “un australiano” o cualquiera cuya lengua materna sea ese idioma) y si no aprenden, entonces es su responsabilidad, el estudiante es el incapaz”. “¡Cómo se le ocurre a usted no aprender con nuestros métodos y tecnología de vanguardia el idioma universal de las oportunidades y el desarrollo, el idioma hegemónico al cual el planeta entero debe adherirse!” ¡“Qué vergüenza”! “¡Cómo se le ocurre a usted no estar preparado para los retos del futuro, a no renunciar poco a poco a su propia identidad lingüística y cultural para adquirir otras que desconoce en nombre del dios ‘competitividad’!” Comunicarse en inglés no es difícil. Se lo hacen difícil, aburrido, infundado y caro, pero, lo peor, usted –en versión de ellos- es el responsable, nadie más… Agradézcale a quienes deciden la política educativa en inglés las dificultades que usted enfrenta, la pérdida de oportunidades para comunicarse y aprender interculturalmente con anglófonos y personas valiosas que utilizan el inglés como medio de comunicación y no como medio de explotación sistematizada, oficializada y legalizada, y la pérdida de tiempo y dinero sin resultados proporcionales a sus esfuerzos genuinos y de buena fe de toda índole… * Gerardo Barboza posee una maestría en Educación con énfasis en Enseñanza Internacional de Framingham State University, Framingham, Massachusetts, Estados Unidos de América. Además ha realizado cursos de posgrado en los Estados Unidos de América en Enseñanza del Inglés como Segunda Lengua, dentro de los que destacan: Investigación en Estadística, Lectura y Escritura, Teorías sobre la Adquisición de una Segunda Lengua, Alfabetización para Estudiantes de Lenguas Extranjeras, Inglés como Segunda Lengua y Cultura, Investigación en la Enseñanza del Inglés como Segunda Lengua e Inglés de los Estados Unidos de América. Su preparación académica y su experiencia en la enseñanza del inglés a profesionales de distintas áreas como son la medicina, leyes, banca, corredores del mercado de valores y las inversiones, seguros, finanzas, educación, agronomía, farmacia e ingeniería, ha desarrollado en él un interés genuino en el Inglés para Propósitos Específicos (IPE). |
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