Amor filial: (a una mujer que no quiso ser madre) - TicoVisión |
Escrito en 30/05/15 a 10:13:54 GMT-06:00 Por Administrador |
En el día de la madre nicaragüense, comparto con Uds. este poema del hijo rechazado, pero que ama intensamente a su progenitora. El amor perdona todo, incluso a quienes fueron víctimas del aborto de alguien que no supo... En el día de la madre nicaragüense, comparto con Uds. este poema del hijo rechazado, pero que ama intensamente a su progenitora. El amor perdona todo, incluso a quienes fueron víctimas del aborto de alguien que no supo apreciar el don maravilloso de la maternidad. Recordemos a nuestras madres en su día, pero no solamente hoy sino siempre, porque en nuestros corazones hay un altar a su memoria que perdura eternamente. Por Silvio Avilez Gallo * Del fondo del misterio me aferré a tus entrañas con las tenues amarras de mis ansias de vida. Fui destello de un rayo que brilló intensamente, mensajero inocente del que es Amor y Vida. Llamé a tu puerta virgen en busca de refugio después de un largo viaje y soñaba despierto con tu arrullo de madre. Duró poco mi sueño, poco duró mi dicha. Me echaste de tu vientre sin atender mis ruegos, sin escuchar mi llanto. Con crueldad, con violencia, se ensañaron conmigo cual si fuera la presa de unos mastines fieros. Me arrancaron los brazos, me sacaron los ojos, el filo del acero me rompió el corazón, trituraron con rabia mis huesecillos blandos y poco a poco la luz se convirtió en tinieblas hasta que no fui nada: sólo un silencio eterno, un vacío infinito… No me quisiste, madre, mas seré siempre tu hijo; tu nombre estará siempre en lo que fue mi boca. Te nombraré en silencio hasta que el tiempo vuelva a lo que fue el principio. Dios te bendiga, madre, implora su perdón, pues hace mucho tiempo que yo te perdoné. Sé que en las noches lloras y eso me hace sufrir, sé que a veces me llamas, entonces soy feliz. Del llanto de tus ojos ha brotado un arroyo en cuyas aguas puras se diluyó tu error. Yo no te olvido, madre, yo no te olvido nunca y aunque vivo por siempre en la inefable Luz, añoro tu ternura, me hacen falta tus besos, extraño tu regazo, el canto de tu voz. No tardes mucho, ven. Aquí compartiremos el amor celestial. Yo te abriré la puerta, yo te saldré al encuentro y gritaré gozoso ¡te quiero mucho, madre! * El autor es diplomático, fue embajador de Nicaragua en chile. Escritor y Analista Internacional |
Los Comentarios son responsabilidad de los que lo publican, por lo tanto no nos haremos responsables de su contenido. |