¡En estado de sitio! - Caso: Orlando Barrantes Cartin - TicoVisión |
Escrito en 29/09/15 a 04:40:06 GMT-06:00 Por Administrador |
El pasado 16 de septiembre el dirigente sindical Orlando Barrantes Cartin, fue sentenciado a 12 años de prisión, condena absurda, desfasada y ayuna de fundamentación fáctica y jurídica, por un Tribunal de Juicio que... Por Nelson Piedra Chinchilla * Cuánta razón y vigencia tienen hoy los versos del poema Garrick, (Reir Llorando) escrito por el poeta mexicano Juan de Dios Peza “El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto, y también a llorar con carcajadas.” Hace más de quince años, se suscitaron unos hechos violentos en Guápiles de Pococi, se trataba de una manifestación pacífica de personas de todas las edades, la protesta se trataba sobre el descontento de miles de trabajadores bananeros, que a finales de los años sesenta y todo el decenio de los años setenta, aplicaron un peligrosísimo pesticida o agroquímico, conocido por sus siglas D.B.C.P (dibromochloropropane) y conocido comercialmente como nemagon o fumazone, pesticida que había sido prohibido su uso en 1956, por las autoridades fitosanitarias de los Estados Unidos, por sus efectos nocivos en los seres humanos y animales domésticos, sin embargo pese a esa prohibición grandes transnacionales de los Estados Unidos y de Israel, lo exportaron indiscriminadamente en grandes cantidades a los Países productores de banano de Centro América y del Caribe, para ser aplicado en las plantaciones bananeras para el control y exterminio de plagas y nematodos, la consecuencia de la aplicación de ese poderoso agente de la muerte es de todos conocidas, en la salud de nuestros trabajadores agrícolas y sus descendientes, de ese conglomerado de miles de trabajadores bananeros afectados surge un hombre valiente, inteligente y audaz, que organiza en todo el territorio nacional a las víctimas de tan letal sustancia, y junto a ellos inicia una lucha sin pedir ni dar cuartel contra las inescrupulosas transnacionales y contra el mismo Estado Costarricense exigiendo Justicia para sus hermanos en desgracia, es así como logra consolidar un numeroso movimiento a nivel nacional abocado a demandar reconocimiento y solución a los problemas generados por la nefasta pandemia derivada de la aplicación del peligroso y poderoso pesticida, en el marco y contexto de aquella protesta se dieron hechos violentos, por la misma intolerancia y apatía del Ejecutivo, a ciencia cierta no se sabe hasta el día de hoy quienes fueron los autores materiales e intelectuales de esos hechos, sin embargo después de un vía crucis jurídico que ha tardado más de quince años, donde se han dictado cinco sentencias unas en contra y otras a favor que fueron anuladas en su oportunidad, el pasado 16 de septiembre el dirigente sindical Orlando Barrantes Cartin, fue sentenciado a 12 años de prisión, condena absurda, desfasada y ayuna de fundamentación fáctica y jurídica, por un Tribunal de Juicio que pareciera no valoro la prueba en sus conjunto ni aplico el espíritu de las reglas de la sana critica racional, para fundamentar tan draconiana medida cautelar, apartándose del principio de presunción de inocencia y vulnerando así el debido proceso en perjuicio de los justiciables, que caracteriza a la materia penal, siendo una sentencia desproporcionada cuya ausencia de razonabilidad no deja de sorprendernos. Lo cierto es que detrás de tan curioso y sorprendente fallo judicial, que ordena de inmediato la medida cautelar más gravosa e ignominiosa establecida en nuestra legislación procesal penal, como lo es el dictado de seis meses de prisión preventiva, para un hombre y ciudadano ejemplar, honorable y respetable, con sobrado arraigo, se esconde la furtiva amenaza de la criminalización y supresión de la protesta social, donde pareciera que el fin justifica los medios para lograrlo, aunque estos se encuentren viciados de nulidad absoluta, lo cual constituye una estocada para la libertad de expresión consagrada en nuestra Ley Fundamental. La impronta que caracteriza a Orlando Barrantes, nadie podrá destruirla ni mucho menos soslayarla, ilusos y patéticos son los que creen que encerrándolo en una mazmorra, podrán silenciarlo, es porque ignoran que Orlando Barrantes es una semilla germinada, que al enterrarla o privarla de su libertad, se reproduce segundo a segundo, minuto a minuto, hora a hora, día a día en cientos de miles de semillas, es decir Orlando es una semilla que nace y se reproduce en forma constante. Esta administración se ha caracterizado en menos de dos años de gestión en la represión y criminalización de la protesta social y los ejemplos sobran, utilizando e instrumentalizando todos los recursos que tiene a su alcance, es innegable que la protesta social y nuestra libertad de manifestarnos se encuentra en estado de sitio y ese sitio debe ser levantado, porque al ver estos hechos tan nocivos y dañinos contra mi Patria, vienen a mi mente con profunda tristeza e impotencia las letras de una conocida canción del conocido canta- autor Ricardo Arjona: “Las barras y las estrellas se adueñan de mi bandera; y nuestra libertad no es otra cosa que una ramera." * El autor es el Secretario de Asuntos Legales y Técnicos de la Coordinadora Nacional Campesina. |
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