| Nicaragua: "Hay que tirarse a las calles", afirma Sergio Ramírez Mercado | Managua.- “La crisis en Nicaragua es un asunto de fondo y tiene que ver con la estabilidad de Centroamérica”, asegura el ex vicepresidente del país y escritor, Sergio Ramírez Mercado en un análisis que publica hoy la revista “Estrategia y Negocios”. “Los decorados extravagantes que enmarcan las comparecencias del líder supremo, sus estilos histriónicos frente a las cámaras, la multiplicación de sus efigies gigantes en calles y plazas, la pirotecnia populista de sus discursos, también se repiten allende las fronteras de Nicaragua, país donde no se han inventado sino más bien se copian, y el padre reconocido de esta nueva manera de gobernar desde las tarimas y por encima de las instituciones, que poco vienen a importar, no es Ortega, sino Chávez”, cuestiona. Asegura que por tanto, “la atención pública internacional en quien se centra es en este último, verdaderamente poderoso porque tiene las llaves de las fuentes de petróleo, con lo que los padecimientos democráticos de Nicaragua pasan al tercer plano, y no suelen atraer a los reflectores”. Ramírez Mercado, que compartió el poder con Ortega entre 1979 y 1990, alega que en Nicaragua hay “agresiones, orquestadas desde los ámbitos del poder para hacer valer la imposición inconstitucional de Ortega de prolongar la permanencia de magistrados de la Corte Suprema de Justicia a quienes se habían vencido sus períodos, se han repetido cada vez que se las juzga necesarias para dar la impresión, cada vez menos creíble y desgastada, de que el pueblo está en las calles en respaldo de medidas revolucionarias de interés popular. Y cuando dejan de ser necesarias, cesan, para volver a repetirse según conveniencia”…. Sergio Ramírez Mercado asegura que en Nicaragua la gente necesita lanzarse a las calles a evitar la dictadura que se construye y para ello igualmente son necesarias las caras nuevas. “No hay normalidad en Nicaragua, ni institucional ni democrática, ni en lo que se refiere al respeto de los derechos políticos de los ciudadanos, y las violaciones a la Carta Democrática de la misma OEA están asentadas en los actos de violencia en contra de la Constitución Política y de las leyes”, alega, para agregar que no se discute en nuestro país una simple reelección presidencial más, sino la consolidación de un gobierno que lo controla todo, desde las instituciones hasta el Ejército y la Policía. “El panorama se torna, sin embargo, más complejo, si pensamos en la contraparte de la oposición, débil y desarticulada, además de fragmentada, y sujeta a las consecuencias del pacto político entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, caudillo del Partido Liberal, presidente entre 1997 y 2002, y posteriormente juzgado y condenado a veinte años de cárcel por diversos delitos de corrupción, entre ellos el lavado de dinero”, dice Ramírez. Asegura que no habrá cambios “sin una amplia movilización de las fuerzas democráticas, imponiéndose a las amenazas de represión en las calles, y una gran alianza de partidos y organizaciones de la sociedad civil bajo el liderazgo de rostros nuevos que despiertan esperanzas e inspiren confianza a los votantes, que en las encuestas rechazan abrumadoramente al gobierno de Ortega y sus pretensiones de continuismo, pero que buscan alternativas lejos de los viejos rostros del pasado”. |