Nicaragua necesita una Tercera Independencia - TicoVisión |
Escrito en 13/09/10 a 21:36:59 GMT-06:00 Por Administrador |
Comentario de la redacción: 13 de Setiembre de 2010 TicoVisión Por Roberto Escobedo Caicedo bert.caido@gmail.com Hasta fines del Siglo XVIII, el actual territorio nicaragüense estaba dividido en una gobernación, siendo su capital León y los Corregimientos de Chontales, El Realejo, Matagalpa, Monimbó y Quezalguaque. Estos Corregimientos fueron suprimidos en 1787 y conjuntamente con el Corregimiento de Nicoya, anexados a Nicaragua, la que se convirtió a partir de entonces en una Intendencia del reino de Guatemala. En las Cortes de Cádiz, España, la Intendencia de Nicaragua estuvo representada por el licenciado José Antonio López de la Plata, el que con su colega de Costa Rica, Florencio del Castillo, lograron que en 1812 se creara la Provincia de Nicaragua y Costa Rica, como unidad política y administrativa distinta de Guatemala. Desapareció en 1814, siendo restablecida en 1820. El 24 de febrero de 1821, Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, reunidos en la ciudad de Iguala de la Independencia, Estado de Guerrero, proclamaron la independencia de México. Establecieron la independencia de México con relación a España. Establecieron la Religión Católica como única y, la unión de todos los grupos sociales. Estos tres principios -Religión, Independencia y Unión-, se convirtieron en las Tres Garantías, siendo garantizadas por el Ejército Mexicano que tomó el nombre de Ejército Trigarante. Los acontecimientos ocurridos en México repercutieron en el reino de Guatemala. Las Provincias que lo integraban, de conformidad con el marco de la Constitución de Cádiz, ya no constituían una sola unidad política: Chiapas y Guatemala con El Salvador, Honduras y la Provincia de Nicaragua y Costa Rica. El territorio de Chiapas que hasta 1820 había pertenecido al reino de Guatemala, se adhirió al plan de Iguala, anexionándose a México. Cinco días después, el 15 de septiembre de 1821, el Jefe Político Supremo de Guatemala, Gabino Gaínza, convocó a una reunión de notables de la ciudad de Guatemala, acordándose declarar la independencia, haciéndola efectiva tras la aprobación de un Congreso de las Provincias. El 11 de octubre de 1821, la Diputación Provincial de Nicaragua y Costa Rica reunida en la ciudad de León, proclamó la independencia absoluta de España y la anexión a México. El 5 de enero de 1822, Gabino Gaínza, propuso la incorporación de Guatemala a México. La propuesta fue aceptada, y Guatemala pasó a integrarse en el Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide. Pero el 19 de marzo de 1823, el General mexicano, Antonio López de Santa Anna, emprendió una campaña militar contra Iturbide, logrando derrotarlo. Entonces, los partidarios de la independencia total llamaron a la organización de un Congreso de las cinco Provincias del reino de Guatemala. El General Vicente Filísola, mexicano convocó al Congreso, al que no asistió Chiapas, confirmando su definitiva separación de Guatemala. Este Congreso se reunió en la ciudad de Guatemala el 24 de junio de 1823 y el 1 de julio del mismo año se proclamaba que: Las Provincias representadas en esta Asamblea son libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquiera otra potencia, y que no son ni deben ser patrimonio de persona ni familia alguna. Esta fue el Acta de Nacimiento de las Provincias Unidas de Centroamérica y un nuevo Estado compuesto por la unión de las cinco Provincias de Nicaragua, Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica. La respectiva Constitución fue jurada el 15 de abril de 1824. Por Nicaragua la juró Manuel Antonio de la Cerda. Algunos historiadores, a la independencia alcanzada el 15 de septiembre de 1821, la llaman la Primera Independencia de Nicaragua. Bajo la presidencia de José Núñez, Nicaragua rompió el Pacto Federal el 30 de abril de 1838, dando origen a una sucesión de guerras civiles, que llevaron a la intervención de los filibusteros mandados por William Walker y Byron Cole, cuando los legitimistas o conservadores y los democráticos o liberales se enzarzaron en una fratricida guerra civil, la que estuvo a punto de terminar con la independencia alcanzada el 15 de septiembre de 1821. La intervención de los filibusteros norteamericanos en nuestros asuntos internos tuvo su origen en el descubrimiento de grandes yacimientos de oro en el Estado de California en 1848. Esto provocó una emigración masiva del este al oeste de los Estados Unidos, siendo necesario pasar de puertos situados en el océano atlántico al océano pacífico. La ruta seguida era llegar hasta San Juan del Norte o Greytown en Nicaragua, siguiendo después San Carlos, Granada y León y, finalmente, a un puerto del océano pacífico, El Realejo, en este caso. Tres norteamericanos, Joseph White, Nathaniel H. Wolf y el magnate Cornelius Vanderbilt, obtuvieron la concesión, ofreciendo pagar 10 mil dólares anuales. Pero el Presidente de Nicaragua, Fruto Chamorro, que entonces se llamaba Director del Estado, exigió a la Compañía, The Accesory Transit Company, el pago de las cuotas anuales atrasadas y un cargo de 3 dólares por cada pasajero de tránsito por Nicaragua. No hubo ningún acuerdo entre las partes contratantes y los pasajeros de los barcos que hacían la travesía se dedicaron a destruir monumentos e instalaciones situadas en el territorio nicaragüense. Esta situación fue aprovechada por los democráticos, los que estaban dirigidos por Francisco Castellón Sanabria y Máximo Jerez Tellería, los que se alzaron en armas contra el gobierno de Chamorro y se apoderaron de varias ciudades de Nicaragua. Mientras tanto, en Filadelfia, William L. Kinney, se dedicó a reclutar toda clase de aventureros para reforzar los efectivos democráticos. Entre estos llegaron William Walker y Byron Cole, los que cometieron toda clase de tropelías y abusos en Nicaragua, llegando hasta pegarle fuego a Granada. Presidente títere fue designado Fermín Ferrer, pero luego los filibusteros convocaron a elecciones fraudulentas, como las que dirige Roberto Rivas Reyes en la actualidad, resultando electo, William Walker, el que recibió la presidencia de manos del presidente saliente, Fermín Ferrer. Una de las más odiosas medidas adoptadas por Walker, como Presidente de Nicaragua, fue el restablecimiento de la esclavitud, lo que le atrajo las simpatías de los esclavistas del sur de los Estados Unidos, los que se estaban preparando para la Guerra de Secesión. Esto hizo posible que de los países vecinos llegaran efectivos armados a Nicaragua, siendo el principal, el encabezado por el Presidente de Costa Rica, Juan Rafael Mora Porras. Este derrotó a los filibusteros en varias batallas, debido a que las tropas costarricenses habían sido entrenadas por oficiales franceses, los que desde la primera batalla librada en la Hacienda "Santa Rosa", entre las fronteras de Nicaragua y Costa Rica, los pusieron en fuga en 15 minutos. Otro tanto ocurrió en la Histórica "Hacienda San Jacinto", donde tropas nicaragüenses dirigidas por el entonces Coronel José Dolores Estrada, propinaron ejemplar derrota a los filibusteros, poniéndolos en fuga. Las rivalidades existentes entre el Imperio Británico y los Estados Unidos por el control de las vías océanicas de comunicación, influyeron en el retiro de los filibusteros del territorio nicaragüense. William Walker volvió a intentar apoderarse de Nicaragua y de cualquier otro país centroamericano, hasta que finalmente, el Capitán de un barco de guerra británico lo capturó y lo entregó a los hondureños en Trujillo, donde fue juzgado sumariamente y ejecutado el 12 de septiembre de 1860. Los legitimistas y democráticos concertaron un pacto, conocido como el Pacto "Chachagua", constituyendo una fórmula de gobierno entre ambos partidos políticos con dos Presidentes, Tomás Martínez Guerrero y Máximo Jerez Tellería. El 15 de abril de 1858 se firmó en Costa Rica el Tratado Cañas-Jerez, por el cual se reconocía la soberanía costarricense sobre los territorios de Nicoya y Guanacaste. La liberación de Nicaragua de la dictadura esclavista de William Walker, es llamada por los historiadores, Segunda Independencia de Nicaragua. Actualmente, Nicaragua asiste a la consolidación de una dictadura totalitaria y dinástica en la persona de Daniel Ortega Saavedra, secretario general del FSLN. Los Poderes del Estado se encuentran en sus manos. Tiene preparado el fraude para reelegirse en las elecciones de noviembre del 2011. Como subordinado del imperialismo chavista a través de la mal llamada Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), dispone del dinero necesario para comprar las conciencias de jueces y magistrados judiciales; magistrados electorales; Contralores Colegiados de la República. Por si fuera poco, el Ejército Nacional (Popular Sandinista), Policía Nacional (Sandinista), Dirección de Información de la Defensa (Seguridad del Estado Sandinista) y pandilleros que siembran el terror en las calles y amedrentan a la oposición política, son sus tropas de choque. En otras palabras, el poder coercitivo del Estado es el brazo armado y de terror del orteguismo. El pueblo nicaragüense debe imitar a los que hicieron posibles la Primera y Segunda Independencia de Nicaragua. Mientras la oposición política y la sociedad civil buscan candidatos que sean hombres perfectos, Ortega Saavedra consolida su dictadura totalitaria, dinástica y corrupta sobre todos los nicaragüenses. Nicaragua necesita completar el ciclo histórico de sus movimientos de independencia. Tiene el reto de lograr su Tercera Independencia, eliminando para siempre al orteguismo y todas sus tropas de choque. |
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