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Según el diario estadounidense Market Watch, los países y regiones menos afectados por el terremoto financiero que eclosionó tras la quiebra de Lehman Brothers, habían sobrevivido en la década de los 90 del pasado siglo a fases críticas, las cuales les habían obligado a cambiar sus comportamientos y "asear" sus economías. Se trata de países situados en regiones como Asia, Latinoamérica y Escandinavia.

Todo lo contrario habría sucedido con los países que en la actualidad se han visto más afectados y que, según el diario, amparados en la fortaleza del euro habían vivido por encima de sus posibilidades.

Para el periódico, "Grecia, Irlanda e Islandia han llegado a ser en esta década lo que Brasil, Argentina y México fueron en los 80 y primeros 90". Según Standard & Poor's estos países están mucho más cercanos a las naciones en crisis de hace 10 o 20 años que a las emergentes de la actualidad.

Pasando revista

Islandia ha sido el país que más ha sufrido la debacle financiera, con el hundimiento de sus entidades financieras y la devaluación de su moneda.

Irlanda, otra de las naciones damnificadas padeció sobre todo los efectos de la burbuja inmobiliaria, que provocó la insolvencia de sus entidades financieras.

La crisis griega ha removido los cimientos de la Unión Europea, que tuvo que orquestar un plan de rescate para evitar la bancarrota del Estado heleno.

Siguiendo con su repaso a las naciones más perjudicadas por la crisis, el Market Place indica que España, Portugal e Italia son hoy en día estupendos lugares para visitar, pero nada atractivos para vivir debido a los problemas económicos que atraviesan.

De esta terna, indican que Portugal es el país más débil, una víctima de su gran deuda y de la sobre construcción. Por su parte, de España, aunque destacan las poderosas empresas patrias como Telefónica y Banco Santander, destacan como negativo la escasa capacidad de exportar bienes de producción española al resto del mundo y la elevada tasa de paro, la más alta de Europa. De Italia salvan algunas competitivas industrias (automovilística, aceite y bienes de lujo), aunque advierten sobre la tendencia a la baja de sus ventas y la alta deuda pública.

Para finalizar, en el artículo, mencionan también a Austria y a Hungría como dos de los grandes damnificados por la crisis. El hundimiento de la moneda húngara tuvo como consecuencia que sus ciudadanos, que se habían endeudado en francos suizos y euros, no pudieran hacer frente a sus pagos y el país tuvo que recurrir a la ayuda del Fondo Monetario Internacional. La deuda del país y el paro, preocupan, mientras que el consumo no despega. Al mismo tiempo, las entidades financieras austríacas tampoco están atravesando su época más boyante.

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