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Los dos informes del Estado de la Educación han insistido en que el problema de la deserción es serio y persistente y que el país tiene que trabajar duro para hacerle frente; por eso, no es de extrañar que, según datos del MEP, el 4,88% de los 319.619 estudiantes abandonaron las aulas en el primer semestre de este año, en contraproposición al 4,6% en el mismo periodo de 2009.

La coordinadora del Informe Estado de la Educación, Isabel Román, dijo que cada niño que se va del sistema educativo es un lujo que no nos podemos dar.

Los colegios ubicados en Aguirre, Desamparados, Guápiles y Puriscal registran un aumento considerable. De los 15.599 jóvenes de secundaria expulsados por el sistema, 3.362 se ubican en esas regiones educativas. El caso más dramático es Aguirre (incluye instituciones educativas de Parrita y Garabito), donde la deserción pasó de 6,75% a 12,73%

Ese comportamiento era previsible, puesto que el segundo informe del Estado de la Educación señala que en el periodo 2004-2006 se observaba un nivel de exclusión muy elevado en algunas regiones educativas, sobre todo en aquellas que corresponden a zonas rurales y a cantones periféricos o ubicados en las costas. En ese lapso, Nicoya, Aguirre, Coto, Cañas y Limón aparecen en los primeros cinco lugares en cuanto a deserción escolar en la educación secundaria.

En 2006, Aguirre fue la dirección regional con mayor tasa de deserción en secundaria: 13,4%. En el periodo 2007-2009 hubo una reducción, pero el nivel se volvió a disparar en el presente año.

La coordinadora del Informe Estado de la Educación, Isabel Román, dijo que han venido proponiendo el análisis de la deserción con una perspectiva a mediano y largo plazo y no quedarse con una visión de país promedio.

“Hemos insistido en que las tasas de expulsión de nuestros jóvenes del sistema educativo son particularmente fuertes, no solo en determinados años, especialmente en los periodos de transición en sétimo y tercer año, sino también en distintas regiones del país. La tasa promedio de deserción se incrementa y a veces se duplica, como es el caso de las zonas de Guápiles, Limón y Aguirre, en donde no necesariamente ha venido disminuyendo”, dijo la investigadora.

El combate a la deserción se debe dar con acciones combinadas en distintos frentes, y desarrollar estrategias diferenciadas en función de las características de las distintas regiones del país.

   ¿Qué puntos hay que mejorar o revisar? La experta contestó que en la oferta educativa debe privar la calidad y no la cantidad; las clases no deben ser aburridas porque los chicos piden a gritos que los profesores cambien la forma de impartirlas. La atención a las necesidades básicas de infraestructura es muy importante, así como fortalecer el apoyo económico a las familias y desarrollar una serie de actividades atractivas en los colegios.

   En el caso de las zonas rurales, donde se registra un repunte en la deserción, hay que tomar en cuenta aspectos muy relevantes como el acceso a infraestructura, el transporte de los jóvenes a los centros educativos, el clima educativo de los hogares, que generalmente es bajo, y un mayor vínculo del colegio con la comunidad.

   Las tendencias a la deserción que han venido mostrando estos cantones han sido altas; son lugares populosos, como el caso de Desamparados, y con una pobreza importante en algunos segmentos. Pero, ¿cuál es el denominador común? El ser zonas rurales, donde, especialmente Guápiles y Aguirre, los muchachos tienen que gastar mucho tiempo para trasladarse al centro educativo. Desamparados tiene una parte de zona rural y algunos sectores de población en pobreza considerable.

“La deserción no ocurre una vez, se nos van (los estudiantes) de manera paulatina. Los chicos van dando avisos, pero tenemos un sistema educativo que no atisba”, advirtió la coordinadora del Informe Estado de la Educación.

“Hay que meterle el acelerador a la calidad educativa para retener a los chicos en el sistema”

Principales causas de la deserción

Falta de interés en el aprendizaje.

Carencia de recursos económicos.

Déficit en infraestructura.

Falta de acceso al transporte estudiantil.

Oferta educativa poco atractiva.

Desarticulación entre niveles educativos

Rendimiento escolar