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Washington.- Hoy martes es día de elecciones en Estados Unidos. El país del norte define el apoyo de los estadounidenses a las políticas emprendidas por  Obama en los dos años que lleva de gobierno.

La impaciencia frente a los pocos resultados que han demostrado las políticas oficiales amenaza con traer un giro en el timón de la primera potencia mundial.  

Los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 37 cupos del Senado y 37 gobernaciones estatales están en juego. Las últimas encuestas coinciden en que los republicanos llegarían a la mayoría en la Cámara de los Representantes, aunque no está claro qué pasará en el Senado.   El diario español El Mundo publicó tres sondeos. Según pronosticó Reuters/Ipsos, la mitad de los votantes elegirá a un candidato republicano, mientras que un 44% apoyará a un demócrata, lo que haría improbable que la oposición se alce con la mayoría en el Senado.

La firma Gallup, en tanto, coincide con la victoria republicana, aunque le da un apoyo mayor, de un 55% contra el 40% del Partido Demócrata.

Por último, un informe conjunto del diario local The Wall Street Journal y la cadena NBC le concede un 49% de intención de voto a la oposición y un 43% al gobierno.

Muchos de los electores votarán ahora por candidatos que habrían rechazada en el pasado. El descrédito ha alcanzado a ambos partidos, ya que los electores no parecen encontrar una representación que los convenza y fluctúan de un lado al otro de los dos mayores partidos.

Si se confirma la tendencia, en las últimas tres elecciones los votantes habrán cambiado una gran cantidad legisladores de un color político por los del partido opuesto.

En este sentido, el ánimo del público permitió el ascenso del fenómeno político del Tea Party, un movimiento conservador del Partido Republicano que apoya un gobierno más pequeño, con menos impuestos y un gasto público reducido.

A su vez, si los republicanos controlan sólo una cámara del Congreso, eso probablemente hincaría un largo estancamiento político, debilitando a Obama en peleas como extender recortes tributarios de la era de Bush y aprobar una ley detallada sobre cambio climático e inmigración.

En cuanto a las gobernaciones, el electorado también se inclinaría por los republicanos. Se espera que el oficialismo pierda seis gobernaciones y por tanto se quede únicamente con 17, mientras la oposición sumaría 29.

Quedarían aún por definirse la situación de otros cinco estados.

Los resultados electorales estarán directamente dirigidos hacia el presidente. Una dura derrota significaría un importante cuestionamiento de su plan económico y un mal precedente para las intenciones demócratas para las presidenciales de 2012.

Sin embargo, si la volatilidad del voto se mantiene, será difícil preveer el panorama con tanta anticipación.

La única duda a esta altura es si el oficialismo será derrotado "por mucho o por muchísimo". Los medios anuncian un masivo voto castigo contra Obama, que para muchos estadounidenses no cumplió con las expectativas que generó al asumir.

Más precisamente, los que saldrán a votar en masa serán los electores republicanos, mientras se espera un alto porcentaje de abstención entre los desanimados partidarios de los demócratas.

Según el diario USA Today, hay que remontarse al escándalo Watergate durante la presidencia de Richard Nixon, hace 36 años, para encontrar una diferencia tan amplia entre ambos partidos como la que se vaticina.

Sea cual sea el resultado fino, la elección marcará un punto de inflexión en la gestión del presidente, que tendrá que asumir ciertos "compromisos" de gobernabilidad con los republicanos.

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