En el V Aniversario de la histórica Huelga General de A y A - TicoVisión |
Escrito en 14/11/10 a 08:50:08 GMT-06:00 Por Administrador |
14 de Noviembre de 2010 TicoVisión Fuente:ANEP Costa Rica Comentarios del Secretario General de la ANEP El 15 de noviembre de 2005, hace cinco años, culminaba uno de los conflictos laborales de mayor impacto en la Administración Pública de Costa Rica: la histórica Huelga General del personal del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (A y A); cuyos resultados salariales, fuertemente criticados en ese momento, por algunos sectores internos, generarían transformaciones estructurales para la Administración Central del Estado (Régimen de Servicio Civil y sistemas institucionales conexos al mismo). 36 históricos días de unidad, de solidaridad, de organización, de movilización; junto a sentimientos de ansiedad, dudas, miedos, esperanzas, sueños y valentías jamás vistas; 35 de los cuales el movimiento se hizo bajo la calificación jurídica de Huelga Legal; le señalaron al país que existía un colectivo laboral de enorme importancia estratégica pero cruelmente invisibilizado: el abnegado personal de A y A, pésimamente mal pagado al punto de que, en general, ni siquiera recibía, gran parte del mismo, el salario mínimo de ley. Con el criterio en mente de que no hay verdades absolutas, de que nadie tiene el monopolio de la verdad, de que las construcciones sociales son un hervidero de diversidades que, por lo general, no permiten los avances estratégicos necesarios con la celeridad que uno quisiera; emitimos unas reflexiones a propósito de este histórico movimiento laboral, en el día de su quinto aniversario de finalización. Intentamos (con una perspectiva subjetiva, por supuesto), aportar algo a la preservación histórica de la Memoria Obrera (así, con mayúscula), pues los sindicatos, por lo general, no formulamos recuento histórico de nuestras hazañas y de nuestros fracasos, lo que le facilita a la ideología del sistema dominante llevar la hegemonía en el registro de las evoluciones históricas de la sociedad, del país, de la nación, de la Patria. Tenemos el honor de, todavía, estar al frente de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), organización que (y lo decimos con muchísimo respeto para las entidades laborales internas de A y A) , se insertó en el conflicto cuando éste había apenas arrancado pero que a lo largo de su desenvolvimiento, asumió una gran responsabilidad conductual, de incidencia política, de proyección mediática, de táctica organizativa y de soporte financiero de mucho impacto para las arcas de la agrupación. En total, la ANEP invirtió en esta lucha obrera, unos 14 millones de colones, lo que podemos demostrar gracias al sistema de controles internos que se poseen para registrar, con total transparencia, como se gasta la plata que aportan las miles de personas trabajadoras asalariadas afiliadas. Si bien es cierto no se pudo evitar el rebajo de los días holgados en el acuerdo de finalización de la Huelga General de A y A, visto éste ya en perspectiva, resultó altamente provechoso para un altísimo porcentaje de la población laboral institucional y más allá de la misma. Recordemos que el movimiento fue declarado legal en su momento, sentando un precedente completamente inusual en huelgas de este tipo. Pero, después, hubo enormes presiones políticas en las altas e íntimas esferas del poder para que los jueces variaran la calificación inicial de Huelga Legal, lo cual obtuvieron, final y lamentablemente. Recordemos, al respecto, la presión mediática de un medio de prensa escrita que es virulentamente antisindical y que pretende ser la “voz” de “la nación”. Su insidia en contra de nuestro movimiento le llevó a plantear casi que se boicotearía el suministro de agua a la población, algo que jamás estuvo en nuestras mentes, ni en nuestros planes, pues este movimiento fue redireccionado por la ANEP bajo los conceptos filosóficos de la No Violencia, buscando mantener su carácter de justeza ante la sociedad, para lograr la comprensión y la simpatía de la ciudadanía. Aparte del logro estratégico que significaba un nuevo manual de puestos para A y A que hiciera completamente visible las especificidades ocupacionales de la institución (negadas por mucho tiempo por el propio Servicio Civil), y con lo cual se obtendrían importantes incrementos salariales ulteriores luego de su implementación; el inicial porcentaje de 9.81 logrado como incremento a las bases salariales del personal técnico y operativo de A y A, se expandió al resto del personal de la Administración Central del Estado (los ministerios y entes adscritos a los mismos, básicamente); sin que tal personal moviera un solo dedo en acciones solidarias con la gente en huelga de A y A. Ni siquiera sus propios sindicatos gremiales-ministeriales se movieron por este movimiento. Se quedaron “viendo para el ciprés”. Honrosas y dignas excepciones las hubo como las del valiente colectivo laboral de la Imprenta Nacional que, en masa, en paro, se desplazó hasta la sede institucional de Pavas, a darnos solidaridad. A las personas oficinistas, choferes, de mantenimiento, técnicas y de otros puestos del Estado central, el 9.81 % les tomó de sorpresa, les llegó sin arriesgar nada, a sus escritorios. En esos duros momentos de huelga, especialmente en los instantes difíciles del acuerdo, quien estaba en lucha en la institución no tenía idea de que lo hacía por otros y por otras que ni siquiera conocía o conocería jamás; en un acto lindísimo de solidaridad táctica con los y con las iguales de su clase, pero sin tener la menor conciencia de tal trasfondo; aunque ni siquiera los sindicatos, en ese momento, teníamos la perspectiva estratégica tan clara como se ve ahora. Pero más impactante aún sería lo que le ocurriría a los sectores profesionales de A y A, que tuvieron la paciencia de esperar su propia reivindicación salarial sujeta al estudio de puestos que contenía el arreglo de finalización de la huelga. Igual que en el caso anterior, la profundidad del impacto de este movimiento, dislocó toda la estructura salarial conservadora y restrictiva del Servicio Civil, que hacía que las personas trabajadoras adscritas a su régimen, profesionales o no, fueran de las más mal pagadas de todo el aparato estatal costarricense. La gente trabajadora de A y A con su histórica Huelga General de 36 días, con sus profesionales y sus sectores obreros y técnicos, en lucha firme y decidida, con las consecuencias luego de los días holgados rebajados; jamás imaginó que, gracias a su propio sacrificio y gran valentía, en miles de hogares de otras personas trabajadoras del sector Público, habría una mejora sensible de sus propias economías salariales. Hoy, a cinco años, el sector profesional del sector público central, tiene salarios cercanos o superiores al millón de colones, pues la histórica Huelga General de A y A, pulverizó la esencia restrictiva del sistema salarial del Servicio Civil, vigente por unos veinte años, los duros años del ajuste estructural neoliberal reflejado en la política salarial de los sucesivos gobiernos para con su propia gente trabajadora del sector público de la administración central del Estado. El percentil 50 se alcanzó plenamente para los y las profesionales del Servicio Civil, gracias, únicamente, exclusivamente, a la lucha histórica de los 36 días de Huelga General del personal de A y A. En la anterior administración gubernativa, la de Oscar Arias Sánchez, se materializó en resoluciones sucesivas del Servicio Civil, en acuerdos con los principales sindicatos integrantes (ANEP incluida), de la denominada “Comisión Negociadora de Salarios del Sector Público”, el tránsito paulatino hacia ese percentil 50. En tal contexto, cierto grupo minúsculo pretendió “vestirse con ropa ajena”, apropiarse indebidamente de un sacrificio colectivo histórico y de una gran acción sindical, como la de la ANEP, y “vanagloriarse” del logro del percentil 50 para el indicado sector profesional del Estado. Por suerte, para la memoria obrera en construcción, estas acciones oportunistas no pasaron a más; y hoy, a cinco años de la histórica Huelga General de A y A, cada profesional, hombre ó mujer, que trabaja en los ministerios y en los entes adscritos a los mismos, debe saber cómo llegó a ganar lo que gana ahora, ahora que tiene un poco más de justicia salarial: lo obtuvo por la lucha obrera, por la lucha laboral, por la acción de un movimiento de profunda esencial sindical, en 36 días de huelga del personal de A y A. Punto. Y la ANEP estuvo ahí, en primerísima línea. Queda mucho camino por recorrer a lo interno de A y A. Lastimosamente, en lo que respecta a las clasificaciones de puestos derivadas de los acuerdos de la huelga, ha habido muchas injusticias, muchas manipulaciones, mucho tráfico de influencias, compadrazgos y oportunismos. La estructura tradicional de poder que siempre se les ingenia para acomodarse a las máximas jerarquías políticas cuatrienales, generó muchas injusticias, ofensas a la dignidad laboral, discriminaciones en un importante número de casos de personas trabajadoras de A y A que, todavía, a cinco años de este glorioso movimiento, se les recalificó mal, se les ubicó en categorías inferiores a las que justamente tenían derecho jurídico, moral y ético; simplemente porque, en no pocos casos, no son afines o no le rinden pleitesía a esta estructura tradicional de poder y porque se trata de personas trabajadoras honestas que no están afiliadas al estilo sindical interno de acomodarse a patroncito, de entregarse a la administración, de mirar en perspectiva personalista de cortísimo plazo el verdadero significado de la acción sindical. Dentro de otros problemas pendientes por incumplimiento de los acuerdos de la huelga, es el pago de la jornada de 48 horas para un sector laboral importante, con lo cual les ha sido negado el derecho de obtener reajustes salariales del orden del 16 %, por ejemplo. Con la venia del poder, una sola visión sindical se “apoderó” de las condiciones políticas creadas por este movimiento de todos y de todas, a fin de instaurar una negociación colectiva de “mentirillas”, insulsa, completamente “light”, que no arroja nada sustantivo al crecimiento cualitativo de las condiciones laborales, ocupacionales, profesionales, de reivindicaciones salariales de uno de los colectivos laborales más estratégicos de toda la Administración Pública de Costa Rica: el personal de A y A. Pudiéramos vivir sin luz y sin teléfonos, sin computadoras y sin carros; pero no podemos vivir sin agua y esa nos la da, al pueblo, al pueblo trabajador, el trabajo de la gente de A y A. A cinco años de la histórica Huelga General de A y A, ANEP agradece, profundamente, a todas aquellas personas trabajadoras de la institución que continúan siendo asociadas de nuestra organización; que todavía creen en nuestra propuesta pese a nuestros errores, deficiencias y burocracias, porque seguimos conservando una gran independencia con respecto a la administración y al Gobierno, a los gobiernos de turno; y porque seguimos manteniendo una actitud de diálogo y de negociación pero sin entreguismos, con dignidad y con decoro, sin arrodillarnos. Hoy más que nunca, nuestro convencimiento es profundo en cuanto a que cada trabajador y cada trabajadora de A y A, especialmente quienes son anepistas, ostentan una responsabilidad histórica de gigante magnitud para con el pueblo de la querida Patria que nos vio nacer: defender la institucionalidad de A y A, defender su concepción de empresa pública, defenderla de las intentonas privatizadoras, parciales o totales; preservarle su carácter de servicio público esencial, imprescindible para la justicia social y para la propia democracia. Defenderla también de las mediocridades y de los oportunismos internos, del facilismo burocratizante que le genera desprestigio ante el pueblo; defenderla de todas las formas de corrupción, en todos los niveles; defenderla de sus propios enemigos internos, incluso hasta en algunos casos con ropaje sindical. Y, hoy más que nunca, estamos convencidos de que el movimiento sindical de A y A ocupa de una transformación estratégica y de un radical cambio en su concepción organizativa. Nosotros mismos, como ANEP, confesamos nuestras propias debilidades, nuestras propias ausencias de visión estratégica, nuestras propias mediocridades y desatenciones. Aprovechamos la circunstancia para hacernos la autocrítica que debemos hacernos porque, efectivamente, podemos hacer mucho más con las potencialidades de gente trabajadora de A y A que espera de la ANEP más intensidad y sistematicidad en su accionar sindical. Proyectos como una eventual ley del Recurso Hídrico, o la autorización legislativa para que A y A venda agua embotellada; o los ajustes estructurales que ocupa la institución ante los desafíos de las emergencias, ocupan de la acción sindical; tanto como ésta debe seguir en constante actividad para que el personal, en todos sus sectores, reciba plena dignidad laboral, justicia salarial y posibilidades de realización personal y profesional, en ambiente institucional donde no prive ni el miedo, ni la docilidad, ni el oportunismo. En el quinto aniversario de la histórica Huelga General de A y A, queremos hacer un esfuerzo por una introspección interna organizacional, para relanzarnos como alternativa sindical de seriedad, de profesionalismo, de militancia constante y consecuente; de ser el espacio sindical que, por excelencia, articule estratégica y armónicamente, los desafíos reivindicativos y laborales para mejores condiciones de empleo; con la imperiosa necesidad de que el colectivo laboral institucional asuma, introyecte profundamente, su responsabilidad patria de defender a A y A de todos los peligros que le siguen amenazando. San José, lunes 15 de noviembre de 2010. Albino Vargas Barrantes Secretario General Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP). |
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