Apostasía - TicoVisión |
Escrito en 09/12/10 a 18:07:28 GMT-06:00 Por Administrador |
09 de Diciembre de 2010 TicoVisión Por César Augusto Bravo Vargas Con gran decepción vi cómo el Cardenal Miguel Obando arremetió de hecho contra la Iglesia católica, en aras de defender al indefendible Roberto Rivas. Pero... ¿qué dice la Biblia de este tipo de personas? En tiempos del apóstol Pablo, una falsa enseñanza decía que ya estaba presente la segunda venida de Cristo, impulsando a los primeros cristianos a abandonar sus trabajos y vender sus bienes. Ante tales actos, Pablo, en su segunda epístola enviada a la iglesia de Tesalónica, les aclara que ciertos hechos deben ocurrir antes de que ese día de ira y juicio venga sobre el mundo: la apostasía. Desde la cárcel la Mamertina, Roma, el apóstol Pablo, el más valeroso y versado de todos, escribió la segunda carta a Timoteo en la que habla de la declinación moral y espiritual que tipificaría a la sociedad de los últimos tiempos. Con acento dramático y en tono profético el santo expone: “Porque habrán hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, fatuos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella ” Tal descripción parece coincidir, de manera inequívoca, con casi toda la clase política nicaragüense. Sin embargo, a mi juicio, por su alto rango religioso, la figura que mejor encaja con el apocalíptico perfil del apóstata es “Su Eminencia Reverendísima”, partiendo que dicho título no aparece en ninguno de los 72 libros del Canon Bíblico. Efesios 4:11 menciona: apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, no cardenales. Como es lógico, es demostrable decir que tal título tiene orígenes paganos. Pero no es su título lo que mejor muestra su tendencia apóstata, sino su carácter y los actos que lo delatan como tal. Extrayendo los epítetos paulistas que coinciden con nuestro personaje tenemos: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos”. Nuestra “eminencia reverendísima” es un clásico ejemplo de la auto-idolatría, siendo él, el principal fetiche de sí mismo. Le fascina que le erijan monumentos, que le dediquen homenajes, que le pongan su nombre a las calles, a las plazas y escuelas, que lo inviten a presidir los magnos actos políticos, etc. Él, como Ortega y Alemán, tiene un altar en su corazón donde caen postrados ante su propio ego. Él reclama para sí la gloria y la honra que es sólo para Jesucristo. Luego dice: “avaros”. Ha sido el doctor Humberto Belli quien ha declarado, en este mismo rotativo, el hecho de que la Universidad Católica es patrimonio del Cardenal y no de la Iglesia, misma que es controlada por la familia de sangre azul Rivas Reyes, pese a que las instalaciones fueron donadas por el Estado en tiempos de la señora Violeta Barrios. Su avaricia lo ha llevado a alejarse de la remota y empobrecida provincia de La Libertad, Chontales, de donde es oriundo, para instalarse en los Altos de Santo Domingo, zona residencial de adinerados. Puede que los bienes materiales que tenga actualmente sean bastante, pero no conformándose con ello, vive —como cualquier político— del presupuesto de la República, la pecunia es otro ídolo de su devoción, pues constantemente acepta de los gobernantes de este siglo: dádivas, emolumentos, regalías, etc., aunque se tenga que incurrir en el pecado de simonía. También el santo Apóstol dice: “vanagloriosos”, es decir, que buscan el aplauso, la aprobación y el reconocimiento de sus iguales más que el de Dios. Este mal ha sido una constante en Su Eminencia. Así lo vemos cuando acompaña a la pareja presidencial en los actos politiqueros, cuando lo abordan los medios de comunicación, al sentarse a la par de quien detenta el poder, sea quien sea, y cuando sus aduladores se inclinan ante él para besarle el anillo o al ejercer su mala influencia en la turbia atmósfera política. Como un político más, desea y busca aparecer en público, pasar inadvertido para él sería la muerte, a la par de gustarle el deleite que sólo brinda la excitación que produce del poder. Luego dice: “implacables... crueles, aborrecedores de lo bueno”. El Cardenal se ha desviado de la senda de verdad y justicia apartándose de los débiles, protegiendo a los malos, poniéndose fatuo ante las barbaridades cometidas por sus protegidos espirituales, los hermanos Rivas Reyes. Pese a que el Cardenal es una persona fuerte intelectualmente, autosuficiente, exitosa y de mente muy hábil, no se ha percatado que ya no ejerce su oficio religioso y que para el desempeño de su cargo en el gobierno no necesita sotana sino pantalones. Pero tales actitudes no deben exacerbar en nosotros encono ni preocupación. Todo lo contrario, deben llenarnos de esperanza, pues la Biblia dice que: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”. Lucas 21:28. También el sagrado libro advierte: “No pongas tu confianza en gente poderosa, en simples mortales que no pueden salvar”. Salmo 146:3. Los artículos de opinión son responsabilidad única del autor. |
Los Comentarios son responsabilidad de los que lo publican, por lo tanto no nos haremos responsables de su contenido. |