“El donjuanismo es una homosexualidad latente o reprimida, debido a una marcada personalidad narcisista”, nos decía la profesora de Psicoanálisis hace algunos años. El Don Juan seduce a muchas mujeres y cuando caen en su trampa sexual las abandona. Pero, ¿por qué no es un heterosexual? La búsqueda compulsiva de mujeres se debe a que no encuentra lo que realmente desea: un hombre, aunque no es consciente de ello.


Otra de las hipótesis señala que el sujeto seductor crónico tiene una fijación hacia la madre y por eso no podrá amar a otra mujer.


Estas teorías podrían incomodar o ser rechazadas ad portas en una sociedad donde aún prevalece el estereotipo de la masculinidad. Sin embargo, no se trata de una simple infidelidad ni de asunto de moral o de satisfacción de sus deseos: el donjuanismo es un trastorno histriónico de la personalidad, el cual, según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, se caracteriza por una afectividad superficial, búsqueda de atención, deseo inapropiado de seducir, egocentrismo, preocupación excesiva por el aspecto físico, expresión exagerada de emociones  y conducta manipulativa constante para satisfacer las propias necesidades.