Redacción.-La única resolución de la ONU que ha acatado el Estado de Israel, es la que determinó su arbitraria creación por parte de 40 países que cayeron en el chantaje moral adelantado por los sionistas, avezados criminales aficionados al genocidio pero que conmovieron a la humanidad, espantada con el “holocausto” nazi.  

La gente decente accedió a abusar de los palestinos, otorgándoles sus tierras a los potentados sionistas.  Se hallaba tan conmovida como desentendida de los antecedentes criminales de esos obsesos históricos.  No se percató de que los perseguidos por todos los imperios lo han sido porque están convencidos de que todos somos sus siervos.  

Para tamaña y letal sandez arguyen que Abraham, Isaac y Jacob soñaron que Yahvé les había otorgado una grandeza invisible pero en la que creen con intensidad, hasta convertirlos en enemigos objetivos del resto de la creación, resueltos a reconstruir su templo para que las profecías de fin de mundo se cumplan.

Desde que lograron legalizar su invasión a los territorios palestinos, se burlan a mandíbula batiente de la comunidad internacional aprovechando su inmensa colonia occidental (el decadente e ideológicamente atrasado USA) que tiene capacidad de veto en el anacrónico y antidemocrático organismo creado por los potentados para repartirse el mundo a través de mecanismos adicionales a la guerra.  

Eso explica que desprecien las demás resoluciones que pretenden sancionarlos por sus abusos.  Usan la ONU cuando quieren y contra quien quieren, desde que les sea útil.

El salvaje ataque a la flotilla de la libertad no hace sino confirmar abiertamente lo que los ciudadanos más sensibles denuncian desde hace años: que el sionismo es un enemigo inescrupuloso de la humanidad que sólo la humanidad podrá vencer, pues los caudillos son venales y los sionistas disponen de suficiente dinero para comprarlos.

Ahora han planteado el desafío universal que desate la guerra mundial capaz de ocultar la crisis económica y social definitiva, en la cual tanta responsabilidad les cabe, pues son los mayores banqueros, pero también poseen inversiones en muchas actividades más, como el petróleo y los medios de comunicación.

Los últimos les han servido para mantener alienada a la opinión pública de occidente, poniéndola a defender los intereses de sus verdugos, aunque ello signifique traicionar los propios.

Sólo ahora, con Internet, es posible disponer de información confiable que aclare los cerebros hasta liberarlos del efecto alienante producido por los medios de comunicación de masas, empleados por los potentados para difundir la desinformación y lavarles los cerebros a sus seguidores no potentados.

Afortunadamente, ya el ciudadano corriente dispone de un medio idóneo para ejercer la democracia directa, expresándose libre y soberanamente, con un conocimiento de los temas tan profundo como lo desee.

Esto habilita a las presentes generaciones para desenmascarar y arrebatarles el poder a los potentados enemigos de la vida y del planeta, y resueltos a sumirnos en las tragedias que sus creencias consideran inevitables, de modo que se esmeran en precipitarlas.  

Incidentalmente, esa actitud explica la ofensiva negligencia para obturar los surtidores de petróleo que abrieron en el Golfo de México y que sólo en agosto prometen remediar, cuando las dimensiones del daño sean gigantescas y globales.  Así entienden la globalización, como un caos total.  

Por eso no desperdician ocasión para alimentar la guerra.  Esperan que su provocación produzca los terribles efectos que buscan con desesperación suicida, propia de fanáticos hirsutos, enloquecidos por sus absurdas creencias.

Por eso, en cuanto a la crisis, prefieren llevarla al extremo apocalíptico que les permita a los sionistas satisfacer su vocación criminal con creces, extinguiendo la vida, como se los profetizan sus libros sagrados y ellos consideran su gran misión, la que les garantizará una vida eterna.  ¡Así son de locos!

El ataque imperdonable a la flotilla, justificado con mentiras inverosímiles, es la notificación de que están resueltos a confirmar que los únicos dueños legítimos de la creación son los tramposos herederos del impostor Jacob aliado con su perversa madre, que no tuvo inconveniente en robarle su progenitura al hijo mayor, a quien odió desde que nació.

Esas linduras son quienes nos han declarado la guerra.  Sin lugar a dudas, representan la peor calamidad histórica de la humanidad.  Su mesianismo ha sido y sigue siendo una fuente de iniquidad y crímenes permanente  

Como son un estorbo objetivo para cualquier esperanza de progreso, tocará deshacernos de una vez por todas de sus repugnantes megalomanías, aceptándoles el reto, pero quitándoles la iniciativa, pues la humanidad no puede reconocer que Yahvé es el único dios legítimo y que los demás mortales somos unos subproductos sin derechos, creados para servirles a los malvados sionistas.  

Estos fanáticos maximalistas e irreductibles avergüenzan a los judíos sensatos y decentes mientras impiden que los demás construyamos el seductor y merecido paraíso que nos reconozca nuestra dignidad y nuestros derechos a todos, aunque nos neguemos a darle cabezazos al muro de los lamentos y nos parezca una actitud ridícula y pueril.

¿Será que tienen razón?  Si tu lo crees, debe ser cierto.  ¿Qué opinas?  ¿Renunciarás a tu vida para no mortificar al pueblo elegido o te atreverás a considerarte digno e igual en derechos a cualquiera?