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EL ARCHIVO CXXXVIII – ¡La Iglesia Católica y los Trabajadores!

Por Alejandro José Gallard-Prio

Cuando la Iglesia Católica, proclamó desde El Vaticano, el derecho laboral al OCIO, o sea el derecho a gozar un día libre a la semana para que el trabajador pudiese vacacionar con su familia, lo hizo en una forma muy singular: Instituyo la misa sabatina, la cual todavía forma parte de la obligación que todo católico practicante tiene de ir a misa todos los domingos.

De esta forma, la Iglesia daba respaldo al trabajador a utilizar su día libre, en la mayoría de los casos, los domingos, para gozar de paseos familiares, sin tener que interrumpirlos con la obligación dominical.

León XIII, nacido originalmente con el nombre de Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci. León XIII fue el primer Papa en haber nacido en el siglo XIX. También fue el primero en morir en elsiglo XX: vivió hasta la edad de 93 años, el Papa con más larga vida.

La razón de mencionar a la Iglesia Católica, es porque poco conocemos de su posición a favor de los derechos de la clase trabajadora en su momento más crítico, o sea al finalizar el Siglo XIX (1891), cuando el Papa León XIII, Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci, popularmente conocido como el Cardenal Pecci, artesano y diplomático, promulgó la histórica encíclica RERUM NOVARUM, que en castellano quiere decir “De las cosas nuevas”, donde le decía a sus Obispos, que la Iglesia apoyaba el derecho laboral a formar uniones o sindicatos, así como el derecho a la propiedad privada, proponiendo en si una organización socioeconómica que más tarde se conocería como corporativismo.

La situación del obrero, durante la llamada “revolución industrial”, era precaria y fue la Iglesia la que apoyo los derechos de los trabajadores en sus luchas por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que culminó con la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886, que tres días más tarde se convirtió en la “Revuelta de la Plaza Haymarket”, dando como resultado los mártires obreros de Chicago, quienes sin haber sido encontrados culpables, cinco de ellos fueron condenados a muerte. Es en su memoria, que se escogió el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores, que hoy se celebra a nivel casi mundial.

Aunque el movimiento de reivindicación obrera se originó en los Estados Unidos. Los trabajadores afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (Knights of Labor), escogieron el primer Lunes de Septiembre desde 1882, como su DIA DEL TRABAJADOR (LABOR DAY), el cual fue auspiciado por el Presidente Grover Cleveland, por temor a que la fecha de mayo crease problemas.

Volviendo al importante papel que ha jugado la Iglesia en la defensa de los obreros y artesanos, con su Encíclica, buscando la justicia social en la economía y la industria. Se puede decir que “Rerum Novarum” es la primera piedra en la fundación de lo que ahora conocemos como la democracia cristiana.

La Encíclica, defendía la propiedad y el derecho del obrero de disponer libremente de su salario, al mismo tiempo que condenaba al capitalismo como causa de la pobreza, tomando el concepto de John Locke de que “la apropiación excesiva era injusta”.

Es interesante ver en ese histórico documento de 1891, como mentes avanzadas de la Iglesia, reclamaba “un salario para el obrero que le permitiese subsistir y tener una vida razonablemente cómoda y que, si aceptada malas condiciones laborales, debido a la necesidad o al temor, el trabajador era una víctima de la injusticia”

Una enseñanza social que manifestaba la “necesidad de adoptar medidas a favor de los obreros, con la consiguiente intervención del Estado, en normas de higiene y seguridad en el trabajo, tutela del descanso dominical, limitación de horarios y jornadas laborales”.

Se puede decir que la encíclica influenció profundamente a que la Iglesia Católica, apoyase a los sindicatos y/o uniones del mundo entero en sus luchas por un salario justo, lo cual sin duda era visto como una política radical izquierdista, pero nosotros lo vemos como una campanada de alerta al capital, de que si no mejoraban las condiciones de los obreros, vendrían falsos profetas a corromper el movimiento sindical obrero, como sucedió en Rusia y posteriormente con los llamados movimientos socialistas.

Nos dice Wikipedia (La enciclopedia libre), que “muchas de las posiciones de Rerum Novarum fueron completadas por encíclicas posteriores, especialmente Quadragesimo Anno (1931) de Pío XI, Mater et Magistra (1961) de Juan XXIII, y Centesimus Annus (1991) de Juan Pablo II.

Les recomendamos internarse en las arriba mencionadas encíclicas, ya que su contenido sobrepasa los siglos, así como Rerum Novarum, que en su acápite 14, Leon XIII, carpintero en su juventud, nos da un mensaje de paz:
“14. Es mal capital, en la cuestión que estamos tratando, suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo. Es esto tan ajeno a la razón y a la verdad, que, por el contrario, es lo más cierto que como en el cuerpo se ensamblan entre sí miembros diversos, de donde surge aquella proporcionada disposición que justamente podría llamarse armonía, así ha dispuesto la naturaleza que, en la sociedad humana, dichas clases gemelas concuerden armónicamente y se ajusten para lograr el equilibrio. Ambas se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital. El acuerdo engendra la belleza y el orden de las cosas”.

El arzobispo de Westminster, cardenal Henry Edward Manning, influyó mucho en la redacción de Rerum Novarum, que estuvo a cargo de un brillante catalán, nativo de la Provincia de Lleida, España, de apellido Nogues.

Hasta la próxima semana con EL ARCHIVO CXXXIX.