Cómo vencer la pobreza y la desigualdad - TicoVisión |
Escrito en 06/06/11 a 15:24:46 GMT-06:00 Por Administrador |
06 de Junio de 2011 | TicoVisión | Redacción - | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento Composición de una estudiante carioca que triunfó en el concurso convocado por la UNESCO donde hubo 50.000 participantes Por Clarice Zeitel Vianna Silva, estudiante (26 años) de Derecho de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). ¿Dónde se ha visto tanto exceso de carencia? ¿Abundancia de inexistencia? ¿Exageración de escasez? ¿Contradictorios? ¡Entonces ahí está el nuevo nombre de nuestro país! No puede haber mejor sinónimo para el Brasil. Porque el Brasil es nada más que una excesiva falta de carácter, una abundancia de inexistencia de solidaridad, una exageración de escasez de responsabilidad. El Brasil es sólo una combinación mal diseñada —y fríamente calculada— de contradicciones. Habrá quien diga que “sólo es madre gentil de sus hijos”, pero yo digo que no es gentil y mucho menos madre. De la definición que conozco de madre, el Brasil se asemeja más a una madrastra vil. Mi madre “no tapa el sol con un tamiz”. No me daría, por ejemplo, un cupo en la universidad sin haberme dado una buena formación básica. E incluso hace 200 años no me habría liberado de la esclavitud si hubiese sabido que solamente tendría libertad para morirme de hambre. Porque mi madre no querría engañarme, ilusionarme. Ella me daría un verdadero conjunto que fuese eficaz para resolver el problema y que incluyera educación, libertad e igualdad. Ella sabe que de nada me sirve tener educación a medias, o tenerla prisionera por falta de oportunidad, por falta de elección, amarrada por mi voz inactiva. Mi madre sabe que sólo voy a crecer si mi educación genera libertad y ésta, finalmente, igualdad. ¡Una tras otra… sin contradicción alguna. Eso es lo que necesita el Brasil: cambios estructurales, revolucionarios, que rompan ese sistema-esquema social vigente; cambios que no sean hipócritas, ¡cambios que transformen! El cambio que nada modifica es sólo una contradicción más. Los gobernantes (a veces) dan algunos pececillos, pero no enseñan a pescar. Y ahí entra la educación liberadora. El pueblo está paralizado por la ignorancia, que desconoce a lo que tiene derecho. No aprendió lo que es ser ciudadano. Sin embargo, aún nos falta un factor fundamental para lograr la igualdad: nuestra participación efectiva; los cambios dentro del cuerpo burocrático del Estado no modifican la estructura. Las clases media y alta —tan cómodamente situadas en la pirámide social— deberán hacer algo más que reclamar (lo que incluso sólo sirve para aliviar nuestra culpa)... Pero ¿estarán ellas preparadas para eso? Creo profundamente que sólo una revolución estructural, hecha de adentro hacia afuera, que no excluya nada ni ninguno de sus efectos, puede acabar con la pobreza y la desigualdad en el Brasil. A fin de cuentas, ¿de qué sirve un gobierno que no administra? ¿De qué sirve una madre que no acaricia? Y, finalmente, ¿de qué sirve un hombre que no toma partido? Quizá el sentido de nuestra propia existencia esté ligado, justamente, a un posicionamiento ante el mundo como un todo. Sin egoísmo. Cada uno por todos. Ciertas preguntas, cuando nos auto cuestionamos, son aclaratorias. Pregúntese: ¿Quiero ser pobre en Brasil? ¿Hijo de una madre gentil o de una madrastra vil? ¿Ser tratado como ciudadano o excluido? ¿Cómo gente… o como animal? |
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