Eternamente Óscar - Por Gloriana Corrales - TicoVisión |
Escrito en 15/06/10 a 07:46:07 GMT-06:00 Por Administrador |
15 de Junio de 2010 TicoVisión Por Gloriana Corrales Columnista San José.- Gloriana Corrales No dudo que a Óscar Arias le hubiese gustado en familia real, en vez de en un país democrático y de recursos limitados. Luego de que probó la miel, no pudo evitar querer más y más. Sus cuatro años como Presidente de la República en el período 1986-1990 no le bastaron. Así que movió todos los ejes para que las leyes le permitieran la reelección. El Premio Nobel de la Paz estaba siendo olvidado por el paso de los años. Ya no era suficiente. Tenía que volver a situarse en boca del país y del extranjero, por lo que regresar a la Presidencia era la mejor alternativa para llenar su ego. Si viviera en un país monárquico, podría permanecer permanentemente en el poder y con todas las miradas sobre sí desde su nacimiento hasta su muerte. En la actividad realizada en la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica (UCR) para analizar el primer año de Gobierno de la segunda administración, la exdiputada Epsy Campbell hizo una observación muy lógica: Arias estaba desesperado por aprobar el TLC lo más rápido posible para poder dedicar los años que le restaban en el poder a figurar a nivel internacional. Un buen ejemplo lo protagonizó su interés en mediar el conflicto colombiano. La visita a este país suramericano sería el último como mandatario, era su última oportunidad. Talvez podría crear un “Esquípulas III” que lo hiciera merecedor nuevamente del preciado Nobel. El tiempo se le acabó. Pero no así sus deseos de gloria y grandeza. Su disparate más reciente fue el de crear un monumento a los expresidentes provenientes de la provincia de Heredia, entre los que, casualmente, se encuentra él. Su nombre se colocaría junto a dos beneméritos de la Patria: Alfredo González Flores y Cleto González Víquez. El primero tiene un hogar de ancianos a su nombre y su residencia es hoy, una Casa de la Cultura. El segundo, tiene toda una plaza en su honor. ¿Pero Óscar qué tiene además de una fundación? Ahora quiere erigirse una estatua en medio de un bulevar cuyo costo asciende a ¢493 millones. Desea que la población lo recuerde como un héroe. Pero para ello, primero debía demostrar que su propósito era servir a la Patria y no a su culto personal. Si su poder hubiera sido obtenido a través de linaje real en un país monárquico, tendría tantas estatuas y pleitesía como quisiera. Sin embargo, no es el caso. Y no se trata sólo de que no haya recursos, sino de que nadie asegura que haya voluntad para cumplirle sus costosos caprichos. Don Óscar, usted no necesita un monumento para grabarse en la historia; usted ya será recordado por siempre como el exmandatario con un ego tan grande, que no le cupo en su propio pecho |
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