Las organizaciones indígenas de los Andes quieren sumarse a las discusiones sobre economía verde –uno de los pilares de Río+20– y proponer alternativas desde su cosmovisión, el "paradigma del buen vivir", y una gestión comunitaria de la economía respetando a la "Madre Tierra", dijo.
"La contribución de los indígenas será seguir promoviendo el buen vivir como alternativa hacia la humanidad y abrir el diálogo con otros paradigmas críticos de la modernidad", que sigue en búsqueda del crecimiento económico en lugar de "la solidaridad y la reciprocidad", resaltó Otten.
La CAOI apuesta a una mirada menos economicista para arribar a soluciones reales a la crisis ambiental. "Lo que vemos en la actualidad no es la implementación del modelo de economía verde en los países de Sudamérica", dijo Otten, sino "justamente lo contrario".
"Se profundiza el modelo extractivista que bajo ninguna forma puede ser considerado verde. La economía 'marrón' está avanzando en estos países", criticó.
Otten defiende una reforma que grave los combustibles fósiles y ponga fin a los subsidios que recibe ese sector. También se debe incluir en los precios de los derivados de los hidrocarburos los costos sociales y ambientales de su explotación, hasta ahora considerados "externalidades", propuso.
Sandra Morán, de la Alianza Política del Sector de Mujeres en Guatemala e integrante de la Marcha Mundial de las Mujeres, dijo a Tierramérica que la equidad de género debe articularse en la formulación de propuestas alternativas que promuevan la calidad de vida de la población femenina.
"Nosotras jugamos un rol fundamental en la vida, estamos en el centro y reproducimos la vida. Tenemos que recuperar el aporte que las mujeres hemos hecho siempre y acabar con la división sexual del trabajo", dijo Morán.
Las feministas buscan coordinar acciones con otros movimientos sociales para cristalizar "una alternativa a lo que vivimos, que es la extrema pobreza, la violencia, la militarización, el control y el autoritarismo", agregó.
La activista no espera el éxito de Río+20, pues en la conferencia se van a firmar decisiones ya tomadas, estimó. En su opinión, "no hay posibilidad de incidir en eso".
Para ella, la fortaleza de la Cumbre de los Pueblos está en "encontrarnos, potenciar propuestas y generar movimientos que vayan desde nuestras comunidades".
La desconfianza ante Río+20 parece haber ganado a parte de los legisladores brasileños, que organizan una iniciativa paralela en busca de la atención de los medios y de la opinión pública. Se trata de Río Clima (Rio Climate Challenge, en inglés), que pretende profundizar el debate sobre el cambio climático entre el 14 y el 17 de junio.
"Vamos a hacer una gran simulación de las negociaciones entre los países emisores de carbono y las entidades supranacionales para intentar llegar a un consenso", dijo a Tierramérica el diputado Alfredo Sirkis, del Partido Verde, que preside una subcomisión especial en la Cámara de los Diputados de Brasil.
El objetivo es sostener una discusión, sobre bases realistas, que permita reunir los elementos de un acuerdo internacional para mantener la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera por debajo de las 450 partes por millón, tal como reclama la ciencia para evitar un cambio climático desastroso.
A las negociaciones simuladas se invitará a facilitadores de los grupos BASIC (Brasil, Sudáfrica, India y China), de la Unión Europea, de Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón, Indonesia y Rusia, de la Liga Árabe y de los pequeños estados insulares.
* Este artículo fue publicado originalmente el 24 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.