“Desde la fundación del Estado no se ha construido ni una sola aldea árabe nueva y para la mayoría de las existentes no hay un plan general. Lo cual significa que cada construcción es ilegal”, dice Rona Moran, miembro del Movimiento de Árabes y Judíos para el Cambio Social y Político.
Por lo visto, lejos de querer ayudar, las autoridades prefieren que esas familias se vayan. Un día después de la visita del equipo RT al lugar, llegaron las máquinas excavadoras para no dejar nada más que este lamentable panorama.
“Nuestros hijos odian a la policía y a los judíos y uno se pregunta ¿de dónde viene este odio? Israel se autodenomina como una democracia pero, ¿qué clase de democracia le hace eso a los niños?”, se queja Abu Labdeh.
A pesar de todos los escollos, con el riesgo a ser atropellados y con sus hogares demolidos, los niños árabes del barrio recorren el camino hasta la escuela. Y parece que su travesía no será hacia un futuro mejor, hasta que los adultos no sean conscientes de los problemas “mayores” de estos menores.