"Todas las partes tendrán que adaptarse a las nuevas realidades para sostener el ritmo de las reformas", dijo Aung Naing Oo, subdirector de Vahu Development Institute, un centro de estudios que pretende influenciar las políticas públicas birmanas. "El gobierno tendrá que llegar a acuerdos por primera vez con una voz poderosa como la de Suu Kyi en el parlamento".
Y ella deberá negociar con el oficialismo y los militares si quiere "crecer desde parlamentaria de la minoría hasta promotora de nuevas leyes", dijo el analista a IPS. "Eso significa llegar inclusive al jefe del ejército (general Min Aung Hlaing), que dirige al bloque militar".
La "sorprendente" presencia de legisladores reformistas dentro del oficialismo puede ser campo fértil para que Suu Kyi asiente sus credenciales opositoras, agregó Win Min, especialista en seguridad nacional. "Ella ya tuvo un encuentro cordial con Shwe Man en una reciente visita a Naypidaw", la capital.
Suu Kyi también podría jugar un papel equilibrante que "contribuya a aliviar la actual tensión entre el parlamento y el presidente, pues ambos la necesitan", opinó Win Min en una entrevista. El mandatario "la necesita para que ayude a levantar las sanciones económicas (impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea), y el líder de la cámara baja para ampliar su influencia".
Para birmanos como Zinn Linn, un exiliado de 62 años, residente en Bangkok, una oposición viva en el parlamento recuerda los tiempos previos al golpe de Estado de 1962. Los legisladores opositores "eran conocidos por sus apasionados debates y abiertos desafíos al entonces primer ministro U Nu. Los planes del gobierno estaban bajo estrecha vigilancia", rememoró.
Los héroes opositores de aquella época, entre ellos el tío de Suu Kyi, Aung Than, formaban parte del bloque centroizquierdista que desafiaba al gobierno de U Nu, elegido jefe del primer gobierno nacional luego del fin del régimen colonial.
"La cultura política y parlamentaria de entonces fue modelada por las tradiciones británicas, en las que el rol opositor era aceptado", dijo Zin Linn a IPS.
Luego de los comicios generales de 2010 había pocas expectativas de que reviviera ese espíritu. Después de todo, las tradiciones parlamentarias británicas acabaron conduciendo a la cultura militar dominante que aplastó todo disenso desde 1962.
Pero la llegada de Suu Kyi podría modificar la ecuación. "El gobierno habilitó ese espacio y fue recibido positivamente", estimó David Scott Mathieson, de la organización humanitaria Human Rights Watch, con sede en Nueva York.
"La oposición no está ni cerca de ser robusta, pero lo que ha logrado aprovechando este limitado proceso legislativo ha sorprendido a muchos", dijo a IPS. "Que Suu Kyi se sume activamente a sus filas contribuirá a esa transición".