Los expertos advierten que resultaría muy complicado defenderse de tales tipos de ataques, ya que todos estos aparatos médicos son autónomos y no resulta nada fácil desprenderse de ellos Es decir, una persona no puede sacarse un desfibrilador interno autónomo que le fue implantado por vía quirúgica en su corazón sin causarse terribles heridas.
Lo mismo ocurriría con una bomba de insulina, indispensable para los diabéticos, que podrían sufrir daños graves en caso de cambiar los ritmos de las inyecciones. El punto débil se encuentra en los canales de radio que los aparatos emplean para sus renovaciones o correcciones desde fuera.
Inicialmente dicho funcionamiento inteligente fue diseñado para evitar el doloroso trance que supondría suextracción profiláctica. Pero, paradójicamente, esa ventaja se convirtió en un inconveniente, ya que un ataque de ese tipo podría hacer, por ejemplo, que la bomba gastara la reserva de insulina para 45 días en una sola inyección, lo que equivaldría a la muerte, explican los investigadores.
Además, la adición de medidas defensivas, tales como la codificación, llevaría -según los científicos-, a que los aparatos gasten más energía y reduzcan su tiempo de funcionamiento autónomo.