hoja de coca producía efectos negativos. Así de golpe los burócratas de las Naciones Unidas rechazaron la sabiduría acumulada durante 8,000 años por los científicos y los pueblos andinos en un dictado de 1961 de la Convención Única Sobre los Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas (La ONU condenó el masticado de la hoja de coca, clasificando a esta planta como estupefaciente junto con la cocaína y heroína y la sometió a control internacional.
Por alguna razón, que podría ser la imposición de los países desarrollados, las Naciones Unidas no se dieron esfuerzo para revisar cientos de estudios científicos internacionales que aciertan que la hoja de coca utilizada en estado natural no representa ningún peligro para la salud y, clasificarla como estupefaciente carece de bases científicas. Al contrario, masticar hojas de coca produce efectos estimulantes moderados y puede reducir el hambre, ayudar a la digestión y combatir el mal de altura que se produce en lugares elevados en la cordillera de los Andes.
Lo practican diariamente los quechuas, los aimaras y los chibchas, al igual como lo hicieron los habitantes de Tiahuanaco que pertenecía a la cultura preincaica (2000 – 1500 A.C.). Desde aquellos tiempos la hoja de coca ha sido un importante producto de intercambio y control de diferentes pisos ecológicos. De acuerdo a los cronistas españoles, los cocales eran propiedad del Inca y él obsequiaba hojas de coca a sus visitantes de otras etnias y a los líderes de las regiones conquistadas. También se usaba este cultivo en “los ritos religiosos, como por ejemplo quemar estas hojas para que el humo suba hasta el cielo de Ataguju, dios creador del cielo y la tierra, y le dé olor”. Los españoles extirpadores de idolatrías a fines del Siglo XVI vieron en la hoja de coca un peligro a la evangelización y trataron de eliminarla. Pero todo fue en vano. Lo reconoció en 1567 el Oidor español Juan de Matienzo al escribir que ‘’tratar de quitar las hojas de coca es querer que no haya el Virreinato de Perú’’.
La hoja de coca no es droga y lo está tratando de demostrar en todos los foros internacionales, el presidente de Bolivia Evo Morales, exhibiendo toda una variedad de productos que se puede elaborar a base de la harina de coca, empezando de mermelada, refrescos, tortas y terminando con la cerveza. Tiene más calcio que la leche y tiene tanto fósforo como el pescado. En el Perú existe hasta una clínica de nutricionista Maritza Vera que dice: ‘’100 gramos de la harina de hojas de coca tienen 2,097 miligramos de calcio: cada tres meses de cura algo. Además de sus 74 alcaloides hasta ahora sólo se han estudiado 37. Los científicos no saben qué función cumplen, paro para mí tienen que ser positivas: la papaína es un digestivo; la reserpina regula la presión y forma osteoblastos, por eso actúa en pacientes con osteoporosis y hay tantas otras propiedades de la coca que la industria farmacéutica simplemente ignora”.
Sin embargo, el poder global sigue satanizando la hoja de coca. Este proceso ya comenzó en 1855 cuando el químico alemán Gaedcke logró aislar de las hojas un alcaloide que llamó Erythroxyline por el nombre genérico de la planta. En 1859 otro químico alemán Albert Niemann purificó este alcaloide y aisló un alcaloide con el nombre de cocaína. Precisamente en esos días, el químico italiano Angelo Marini elaboró con base de hojas de coca un vino que se convirtió en un boom en Europa. Hasta el Papa León XIII prestó su efigie para la etiqueta del vino y el Vaticano otorgó al inventor italiano la medalla de oro como reconocimiento de su labor por el beneficio a la salud de la humanidad. Coca-Cola también compra anualmente algo 300 toneladas de la hoja de esta planta para la elaboración de esta bebida, utilizando las hojas desalcaloidas.
Precisamente en aquellos años se produjo la confusión deliberada entre las hojas de coca y la cocaína, ignorando que la hoja de coca no es droga pero puede ser transformada en cocaína. Para eso se requiere una mezcla de químicos como ácido sulfúrico, acetona, gasolina, diesel, carbonato de sodio y permanganato de potasio y cemento con que se obtiene la pasta básica de cocaína y luego de clorhidrato. Para un kilo de clorhidrato se necesitan 125 kilos de hojas de coca. Sin embargo, en el Occidente persiste la idea de que se puede ‘’volar’’ masticando una hoja de coca y es una de las frecuentes preguntas que hacen los turistas europeos o norteamericanos en Bolivia y el Perú.
Realmente la hoja de coca per se no es problema para la humanidad sino un alivio a los problemas de nutrición y de salud, mientras que la cocaína representa un peligro para la humanidad porque se convirtió en una fuente de enriquecimiento para los narcotraficantes y para muchos gobiernos que a través de su servicios secretos también utilizan la droga como un instrumento de poder. Es público el consejo que dio ex jefe del espionaje francés (SDECE) Alexandre de Marenches a Ronald Reagan indicando que “para desmoralizar y sacar a los soviéticos de Afganistán se debería inundar sus tropas con droga. Posteriormente vino el “Iran Contragate” y tantas otras operaciones encubiertas utilizando cocaína, a ocultas de la opinión pública mundial.
De acuerdo a la estadística de la Oficina de Naciones Unidas contra Droga y Delito (UNODC) en los Estados Unidos se consume anualmente, unas 160 toneladas de cocaína, lo que constituye el 37 por ciento del consumo mundial. En Europa, 130 toneladas (30 por ciento). Si calculamos que un kilo de cocaína cuesta 2,000 dólares, entonces la ganancia en el primer caso es de 320 mil millones de dólares y en Europa, 260 mil millones. Por supuesto, los campesinos que producen las hojas de coca ganan no más de 3,000 dólares por una cosecha, mientras que los narcotraficantes, miles de millones de dólares haciendo prácticamente imposible erradicar el tráfico de cocaína.
Mientras tanto la hoja de coca como un alivio al hambre y desnutrición en el mundo está sacrificada a ser víctima de la cocaína y pagar todos los pecados de los narcotraficantes y de los poderosos de este mundo.