Por su parte, el portavoz del Hospital de Emergencias de Gino Strada en Kabul informó el deceso de tres soldados.
Además, el vocero del gobierno provincial de Nangarhar, Ahmad Zia Abdulzai, habló de 10 muertos (siete atacantes suicidas y tres civiles) en la embestida a una base del grupo de reconstrucción provincial, cercano al aeropuerto de Jalalabad.
En posteriores reivindicaciones, el vocero del Emirato Islámico de Afganistán, Zabihullah Mujahid, precisó que la violencia de hoy "marca el comienzo de la Ofensiva de Primavera" que los talibanes desatan cada año al final del invierno contra las fuerzas de seguridad afganas y extranjeras.
Mujahid añadió que las acciones son en represalia a los ejemplares del Corán quemados en la base militar estadounidense de Bagram, por el ultraje de los marines que orinaron los cadáveres de algunos rebeldes y por la masacre de un militar norteamericano en Kandahar.
El comandante de la ISAF, el general John Allen, difundió un comunicado esta noche en el cual afirmó que los enfrentamientos "no habían terminado todavía", destacando "con orgullo la rapidez con la cual las fuerzas de seguridad afganas respondieron a la ofensiva, sin pedir ayuda, siempre disponible, de la coalición internacional".
La de hoy fue la operación más significativa realizada por los talibanes en el corazón de la capital desde septiembre pasado, confirmando una vez más la vulnerabilidad del sistema de seguridad existente que permitió a un grupo de atacantes suicidas alcanzar con cierta facilidad los objetivos previamente elegidos.