cuatro líderes anarquistas fueron acusados, juzgados sumariamente y ejecutados.
En julio de 1889, la Segunda Internacional instituyó el "Día Internacional del Trabajador" para perpetuar la memoria de los hechos de mayo de 1886 en Chicago. Esta reivindicación fue emprendida por obreros norteamericanos e, inmediatamente, adoptada y promovida por la Asociación Internacional de los Trabajadores, que la convirtió en demanda común de la clase obrera de todo el mundo.
El Congreso de París de la Segunda Internacional acordó celebrar el "Día del Trabajador" el 1º de mayo de cada año.
Desde 1890, los partidos políticos y los sindicatos integrados en la Internacional han dirigido manifestaciones de trabajadores en diversos países en petición de la jornada de 8 horas y como muestra de fraternidad del proletariado internacional.
Este origen reivindicativo y de lucha obrera se asocia con el 1º de mayo, cuya celebración ha pasado por diversos avatares según el país y su régimen político. En la actualidad, casi todos los países democráticos lo festejan, mientras que los sindicatos convocan a manifestaciones y realizan muestras de hermandad.
En 1954, la Iglesia católica, bajo el mandato de Pío XII, apoyó tácitamente esta jornada proletaria, al declarar ese día como festividad de San José obrero.
Durante el siglo XX, los progresos laborales se fueron acrecentando con leyes para los trabajadores, para otorgarles derechos de respeto, retribución y amparo social.
En Costa Rica las celebraciones del 1 de mayo se inician en 1913. La iniciativa surge de la Confederación General de Trabajadores y el Centro de Estudios Sociales Germinal, que reunía intelectuales y obreros.
Durante todo 1920 se registran movimientos huelguísticos en todo el país y en diciembre de ese mismo año se aprobó la ley que fijó la jornada máxima de 8 horas de trabajo. Sin embargo, no siempre se cumplió y generó nuevas luchas sociales en Costa Rica. Resultado de una alianza entre el entonces presidente Rafael Ángel Calderón Guardia, la Iglesia católica, dirigida por Monseñor Sanabria y el Partido Vanguardia Popular, cuyo líder era Manuel Mora Valverde en 1943 esta jornada de 8 horas máxima diarias se elevó a rango constitucional.