Paseo Colon hasta el edificio de la C.C.S.S y unos otros simplemente se disolvieron al no saber a dónde ir, mientras que otros terminaron el día con un gran baile. Triste realidad. ¿A caso no somos todos trabajadores? ¿No debemos marchar todos juntos por nuestros intereses como asalariados?
Por otra parte, en el otro extremo del cuadrilátero, en la Asamblea Legislativa, los altos mandatarios del país lucían sus lujosas ropas, disfrutaban de un fino almuerzo, intercambiaban sonrisas y abrazos; mientras elegían al exconvicto Víctor Emilio Granados como nuevo presidente de la Asamblea Legislativa. ¡Aquí si se pusieron de acuerdo! Con una vigilancia amplia y policías bien armados frente al edificio hacían ver insignificante a los pocos que llegaron expresando su disconformidad hasta el final. Los trabajadores dimos la impresión de ser unos pocos cuando en realidad éramos muchos. ¿Qué dirían hoy los medios de comunicación si hubieran visto a todos los que se hicieron presentes ayer juntos bajo un mismo sentir alrededor del edificio? ¿Qué dirían los de arriba al ver a los trabajadores unidos sin importar al gremio que se pertenezca? ¿No sería menos arduo, más eficaz y digno marchar así?
Definitivamente, todos los trabajadores tenemos un grado de culpa. Unos por no tener una planificación de lo que hay que hacer de forma clara y otros por permitir que esto se dé, puesto que no es la primera vez que sucede. Reflexionar sobre este hecho es de suma importancia para el alcance de los intereses de la clase trabajadora. Debemos entender que no somos trabajadores con distintos intereses, sino que al contrario, todos nos vemos afectados dependiendo de cómo actuemos ante los problemas que se nos presentan. Y aun más cuando se trata de gobiernos corruptos como este.
Ojala para las próximas manifestaciones o huelgas nos mantengamos unidos. Unidos bajo un solo nombre: Trabajadores. Con un mismo objetivo hasta lograrlo. Porque solo unidos podremos avanzar. Ya alguien lo decía por ahí: ¡Trabajadores uníos!