De tal forma, no podemos invisibilizar, ni olvidar que aunque la diversidad es consustancial a la naturaleza, lamentablemente la historia de la humanidad es un recuento por tratar de “homologar” y hacer iguales a quienes por su esencia son distintos. Ciertamente, nuestro recuento antropológico, es uno plagado de actos de discriminación y de exterminio de las llamadas “minorías”; esas que a criterio y capricho de algunos, no se ajustan al modelo social imperante y esto resulta nefasto en una sociedad que se asume respetuosa de los derechos humanos.
En nuestro caso, por ejemplo, mucho se ha dicho que la sociedad costarricense no está preparada para aceptar y reconocer los derechos civiles a las parejas del mismo sexo; sin embargo, con este argumento, pareciera que más bien, se pretende olvidar que los derechos humanos no están sujetos al tiempo, ni a la voluntad de unos cuantos o de otros muchos, porque nadie es humano a medias.
Pero valga rescatar que las personas de la población gay, lésbicas y transexuales ya han dado los primeros pasos para que se les reconozcan sus derechos. Dichosamente, la Sala Constitucional ha reconocido la legitimidad de las relaciones sentimentales que se establecen entre personas del mismo sexo y al respecto ha dicho que existe un vacío jurídico. Además, se pronunció de previo sobre la constitucionalidad de la ley para regular estas parejas: “… en cuanto a la naturaleza y evolución histórica del matrimonio (…) esta Sala descarta que haya impedimento de alguna naturaleza para la existencia de uniones homosexuales”. (Voto No. 2006-7262)
Tal afirmación, finalmente, es la aceptación y el reconocimiento de derechos para las personas con una orientación sexual diferente. Pero además, la Sala instó al legislador a regular la unión civil entre personas del mismo sexo y señaló que: “...este Tribunal considera que es el legislador derivado el que debe plantearse la necesidad de este tipo de uniones, lo cual evidentemente requiere de todo un desarrollo normativo en el que se establezca los derechos y obligaciones de este tipo de parejas (...)”
Entonces, poco a poco, tal parece que vamos creciendo; bajando el dedo que juzga y señala a quienes sienten distinto; poco a poco, vamos abrazando la diversidad humana, alejándonos de la estrechez mental y avanzando en derechos; poco a poco, seguimos construyendo un país inclusivo, que ojalá, alguna vez realmente llegue a merecer un espacio internacional como respetuoso defensor de derechos humanos.