Justo es reconocer que, sin embargo, a veces tenemos arrebatos de lúcido patriotismo. Por ejemplo, respecto del nefasto y devastador proyecto de minería a cielo abierto en Crucitas. E imposible olvidar que, contra la amenaza y el chantaje, hubo un 48% de valientes electores costarricenses que votamos contra el TLC. Y, sin embargo, impasibles dejamos pasar los procesos de apropiación de muchas riquezas naturales por parte de capitales extranjeros, y muy poquita gente levanta la voz contra lo abusivos regímenes de privilegio con que se beneficia a tales inversores.
La verdad es que, hoy día, este pueblo se siente patriota casi solamente cuando juega “la sele…”, o sea, “el equipo de todos” (así, sin inclusión de género). Por supuesto, me refiero a la selección nacional masculina mayor de fútbol. Ninguna otra es “la sele”. La selección femenina es solo eso: la selección femenina, no “el equipo patrio”. De ahí que las hazañas de Bryan Ruíz convoquen muchísima más atención que las Hazañas –así con mayúscula- de Shirley Cruz. O sea, claramente a la patria se le asigna rostro de hombre heterosexual y presuntamente blanco. En concreto el rostro de las estrellas masculinas del fútbol. Digamos que no es una forma muy inclusiva y democrática de imaginar la patria.
Pero, en fin, acontece que cuando juega “la sele” todo mundo se vuelve patriota apasionado, incluidas La Nación y Repretel y Coca Cola ¿Ven por qué digo que nuestro patriotismo es cada vez más light? Incluso sucede que, más y más, va tomando la forma de mercancía para la publicidad y el consumo.
Podría decirse que construimos nuestra identidad como si fuera una especie de narrativa poblada de personajes hermosos e historias de luminosa redención: democracia, paz, blancura, educación…y las jornadas gloriosas de “la sele”.
Y como cultivamos con tal ahínco la paz, la democracia y la educación, de forma consecuente cuidamos de la naturaleza con especial fruición y esmero y nos afanamos con inagotable amor por lograr la más plena observancia y validez de los derechos humanos en todas sus múltiples expresiones. No por nada somos “el país más feliz del mundo”.
Por estos días, la presidenta Chinchilla estará de gira por Europa, lo cual incluye una visita destinada a besarle el anillo al Papa. De Hija Predilecta de la Virgen a Santo Padre, lo que ahí se dará es un efluvio de bendiciones que perpetuarán por saecula saeculorum nuestra devoción por la naturaleza y los derechos humanos.
Así, doña Laura viajará por Europa dando cumplimiento al cometido heredado de quienes la precedieron en el sillón más visible de la élite y el poder: reafirmar frente al mundo nuestros lauros como país blanco y europeo; pacífico, democrático y educado; amante de la naturaleza y los derechos humanos. La hará muy bien porque, finalmente, se trata de una escuela de muy vieja data. Hace ya muchos años las élites ticas aprendieron a montar el teatro y jugar la mascarada ante el mundo. Y también hace mucho que ese mundo se tragó el cuento. La Presidenta será aplaudida, y en su persona toda Costa Rica recibirá el tributo.
Y, sin embargo, con Serrat uno podría recordar que nuestros ríos ya no cantan. Pero al menos en su inconsciencia, ellos no sentirán la humillación. Distinto es para quienes oirán discursos gloriosos sobre derechos humanos, sabiendo que a diario se violentan los suyos.
Es el dolor centenario de pueblos indígenas cuyos derechos culturales y autonomía siguen siendo ignorados. Es el atropello que viven cotidianamente trabajadores y trabajadoras a quienes se les niega el derecho a la sindicalización independiente. Son las mujeres invisibilizadas o las parejas que, no pudiendo tener hijos, se les niega el derecho a criar una familia. Son los niños y niñas de la calle; las juventudes desempleadas y sin oportunidades; las personas mayores en abandono; el estigma contra las personas afrodescendientes; la explotación y el desprecio que sufre la población migrante. Es la violencia machista que asesina mujeres y gais y personas transgénero.
Son las minorías sexualmente diversas a quienes se les repite una y otra vez “ustedes no son prioridad de nada” que es tanto como decir: ustedes en esta sociedad no son más que un desecho repugnante.
Y tratando de evitar malentendidos, diré para cerrar: Costa Rica y su pueblo tienen grandes logros históricos de los cuales enorgullecerse. Y, sin embargo, estos nunca serán completos, ni serán realmente sinceros, hasta tanto no se redima las deudas históricas acumuladas contra esa Costa Rica invisible, jamás mencionada en los discursos del poder.