Pero en las municipales del 2008, en que a través del fraude el CSE le dio al FSLN la Alcaldía de Managua y casi 40 Alcaldías más, de mi JRV, dónde siempre había perdido el FSLN, el CSE nunca publicó el resultado, como de muchas otras JRV, pero como ocurre que logramos obtener el acta de esa JRV, los resultados indican, y esta es la razón por la que el CSE nunca los publicó, que el FSLN de un total de 205 votos obtuvo 70, es decir el 34%, y la oposición el 66%. Y en las elecciones del 2011 -¡qué cambio!- en esa JRV el FSLN obtuvo ¡el 63%!
Mi interlocutor se quedó pensativo, y como creí leerle el pensamiento le dije: esa JRV en la cual voto queda frente al Parque Las Palmas, en un barrio de clase media y media alta, dónde nunca se ha necesitado ni llegado ninguno de los programas clientelares del gobierno. Ahí, le agregué, ese resultado no se explica porque haya “clientes” y no “ciudadanos”, argumento, que por lo demás, puede explicar algunos casos, pero que resulta ofensivo para la inmensa mayoría de personas humildes que no necesariamente por pobres cambian su conciencia a cambio de una limosna.
Como mi vecino de asiento en el avión seguía meditando, aproveché para agregarle que bajo la dirección del actual CSE hubo un patrón de fraude, una norma que se aplicó parejo en todo el país, y que es la hipótesis del politólogo Peraza que después se demostró con las cifras en la mano: para “ganar” el FSLN, se tenían que alterar los resultados, por uno u otro medio, en todas aquellas JRV en las cuales históricamente perdía. Fue lo que ocurrió en mi JRV.
Entonces, fueron tantas las irregularidades, que no se conocen los resultados verdaderos de la elección de noviembre pasado. Si esto es así, no se sabe quién ganó y por cuánto ganó.
Y ahora ese mismo CSE resulta contaminado por un caso de expedición de cédulas a redes del crimen organizado. Razón de más, entonces, para que se demande su cambio.
Otra vez la doble moral En la recién concluida Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Bolivia, el representante del inconstitucional gobierno de Ortega, fervientemente respaldó la embestida autoritaria del Presidente Correa de Ecuador en contra de los medios de comunicación.
Lo que el representante de Ortega no dijo es que en Nicaragua el gobierno controla directa o indirectamente la inmensa mayoría de radios y canales de televisión, que, de lejos, cubren mucha más población que los medios de comunicación impresos.
Es decir, probablemente cuando el representante de Ortega fervorosamente respaldó los reclamos de Correa en contra de la “dictadura mediática”, inconscientemente a quién estaba criticando era a su propio gobierno. Lo que popularmente se conoce como darse con la piedra en los dientes.
Embestida contra la Sociedad Civil La otra embestida en Bolivia, de los representantes de Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, fue contra las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
Fueron diversos los ángulos de ataque, pero hay uno que quisiera comentar. Se dijo, y la verdad que he escuchado este argumento en muchas otras ocasiones, incluso en Nicaragua y no solamente de parte del gobierno, que las ONG se arrogan una representación que no tienen y nadie les ha dado.
Lo que no se entiende es que el tema de las organizaciones de la sociedad civil, las ONG incluidas, no es de representatividad, sino de legitimidad. Un puñado de madres de desaparecidos durante la dictadura argentina, conocidas como las “Madres de la Plaza de Mayo”, logró insertar sus demandas en la agenda argentina e internacional de los derechos humanos. No fue el número de mujeres agraviadas, ni que nadie las hubiera elegido, sino la legitimidad del tema la que se abrió paso en la agenda.
Y a propósito de la Cumbre Río + 20, que se realizará este mes en Río de Janeiro, veinte años después de la Cumbre de la Tierra de 1992, está el caso de Green Peace, en que un puñado de ambientalistas, con acciones audaces, ha hecho más que nadie por colocar los temas ambientales en la agenda del desarrollo internacional. Otro caso de legitimidad, no de representatividad de la sociedad civil.
Y así podríamos citar muchos otros casos. Mal hace el gobierno de Ortega respaldando esos reclamos de falta de representatividad de las ONG, porque es una equivocación conceptual, y porque, como lo comentamos al principio, tampoco respeta la representatividad que procede de los votos. De nuevo, es darse con la piedra en los dientes.