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COSTA RICA: El camino de regreso hacia la Dignidad - TicoVisión |
Publicado en 29/06/12 a 08:05:51 GMT-06:00 Por Administrador |
De nada sirven los diagnósticos, los señalamientos, las acusaciones... si los gobernantes hacen lo que les da la gana... 29 de junio de 2012 | TicoVisión | Redacción - | Opinión | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento COSTA RICA: El camino de regreso hacia la Dignidad por Alfonso J. Palacios Echeverría Hemos perdido la dignidad como pueblo y el camino de regreso hacia la autoestima es largo y doloroso, muy difícil y escarpado, porque durante los últimos treinta años los partidos políticos convertidos a la corriente neoliberal, es decir: al latrocinio, al egoísmo, a las políticas públicas que favorecen al 1% de la población (la más rica) y aplasta al 99% restante (todos los demás), nos han metido en la cabeza que lo único que importa es hacer dinero, no distinguiendo la forma o manera, legal o ilegal, honorable o robando mediante los múltiples artilugios que permite la ley, el tráfico de influencias y el compadrazgo político. Hemos perdido la esperanza de una Costa Rica mejor para todos, y nos hemos resignado a una patria en donde los ricos gozan de todos los privilegios, la clase media tiende a desaparecer, la clase baja se hace cada vez más pobre y la vida se le convierte a uno en una lucha constante por la sobrevivencia. De nada sirven los diagnósticos, los señalamientos, las acusaciones, tanto de analistas independientes cuanto de las organizaciones públicas encargadas de velar por la ética y el respeto a las leyes, los gobernantes hacen lo que les da la gana, desprecian la constitución y las leyes, engañan, mienten, trafican, desperdician recursos en estupideces, hacen caso omiso a acusaciones gravísimas –comprobadas hasta lo indecible- como acaba de suceder con el informe de la Procuraduría del la Etica, que la actual Presidente de la República desprecia olímpicamente por una razón muy simple: son sus socios comerciales. Lo he venido señalando desde hace años, ya estoy cansado de abrir las sentinas pútridas de la política nacional, del comportamiento de políticos y gobernantes, de sus aliados empresarios y de sus aliados curas/sanguijuelas, pues nadie se asombra de la pestilencia que despiden. Pareciera que están acostumbrados a la descomposición social y al olor a cadaverina que despide. Muchos comentan que hay que proponer alguna solución para sacar del gobierno a esta mafiocracia, claman por ella, pero no dan una sola señal de saber cómo se podría hacer “algo”, y leyendo un artículo publicado en el extranjero por Jaime Richart, sobre una situación similar en otro país, encontré algunas ideas que nos caen muy bien y que se aplican perfectamente a nuestra realidad. Lo que verdaderamente necesita este país es un cambio radical de mentalidad. Pues aunque para que una persona o un pueblo cambien su visión general del mundo, o han de transcurrir cien años o han de sufrir una crisis aguda como la que atraviesa este país. La mentalidad saqueadora de muchísimos personajes públicos a lo largo de estos últimos treinta años, ha causado los estragos suficientes como para urgir el cambio. Tanto derroche y latrocinio, propios de una mentalidad mezquina por un lado y necia por otro, tenían que pasar una gruesa factura. Y en eso estamos. Lo peor es que la factura efecto de esa mentalidad no la pagan los culpables, si no los de siempre: los socialmente débiles. La primera condición que debe darse para que un país atrasado dé un salto al progreso integral es un cambio de filosofía vital, primero en sus dirigentes y luego en la ciudadanía. En este orden. Téngase en cuenta que cuando hablamos de un país atrasado, lo primero que pensamos es en su marcada desigualdad social, en el caciquismo, en las diferencias clamorosas entre unas clases y otras, en los muchos privilegiados y los muchos más desgraciados todavía. Digamos que hay que aceptar un “cierto grado” de corrupción de los poderosos en un sistema político, económico y social propicio que la fomenta y aun hay quien considera un motor más de la economía. Pero el número de los corruptos entre nosotros es tan escandaloso que no hay otro en el mundo. Sea en la política, en el empresariado, en la banca o en las instituciones; sea en la justicia, en la gobernación o en la jerarquía religiosa, es decir en los ámbitos corruptibles. Por eso lo que le queda, es la asignatura pendiente de la honradez pública de políticos y banqueros y empresarios, y la voluntad de sus gobernantes y asociados de acortar las enormes diferencias sociales que perduran todavía, efecto en buena medida del tener como referentes a las ideas neoliberales prevalecientes. El trance, pues, va a ser crucial, para este país. Por eso urge el cambio de mentalidad. Los ricos, los dirigentes y en general los poderosos han de abandonar la rapiña ya que el barco que hace aguas por todas partes. La intervención y los reajustes que lamentablemente habrán de costear los que no han tenido la culpa de nada, tendrán que ir ligados a un cambio radical de mentalidad que hubiera debido comprender por sí misma la simple evolución social; no tanto la de la ciudadanía de a pie, que también, como la de quienes dicen mirar por el bien común y servir al pueblo, cuando está ya muy claro que las verdaderas razones de postularse como dirigentes de las superestructuras de la vida pública: política, justicia, empresa, y banca, principalmente, han sido enriquecerse y enriquecer a los de su clase dejando sólo las migajas para los perros. De esto se trata, de que los responsables públicos de toda laya, tomando el asunto como recorte principal, comprendan o se obliguen a comprender que un país jamás puede prosperar ni en lo material ni en lo moral ni en lo cultural, si son el latrocinio, el despilfarro y la visión privada de lo público lo que gobierna... Para todos aquellos que recurrentemente despotrican en contra de los que de una u otra forma, con acierto o sin él, señalan elementos de la situación nacional, y los acusan de quedarse en el diagnóstico sin proponer soluciones, les presento estas ideas para que se den cuenta del grado de complejidad de la problemática nacional, pues se trata de algo cultural, enraizado en la mentalidad de todos los ciudadanos, acostumbrados a “buen pasar” ; y no solamente en la codicia, el egoísmo y la falta de ética y moral de quienes se encuentran en la cúpula de todas las organizaciones representativas de Costa Rica: partidos políticos, gobierno central, poder judicial, asamblea legislativa, iglesias, colegios profesionales, agrupaciones de empresarios; sino que el problema está en todos nosotros. Y que el regreso hacia la dignidad se hace sacrificando las comodidades a que estamos acostumbrados, abandonando la actitud del “poco me importa” que nos caracteriza. Se acercan las elecciones y las campañas engañosas, hipócritas y mentirosas, de siempre, y vemos hasta qué punto el partido político en el poder, o al menos sus cúpulas, hacen caso omiso de la constitución y las leyes, de la ética y la moral, y hasta qué punto los aliados que logran para situaciones puntuales se contagian de esa podredumbre. Se acerca el momento de tomar decisiones importantes para el país, las que debemos tomar todos, no los gobiernos, y se acerca el momento de que cambiemos de mentalidad, para tomar el camino del regreso a la dignidad como pueblo, recordando que no todos los compañeros en este camino son aconsejables. |
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