¡Cómo no confiar, también, en el milagro que cada uno de nosotros podemos derivar de la fé que depositamos en ella y en su Hijo Jesús!

Cuando otros pueblos pierden sus referentes éticos y espirituales, y se entregan a un materialismo desbocado, en Costa Rica más de la mitad de la población emprende, año con año, esta marcha de fe y de esperanza. Desde Tilarán hasta Pérez Zeledón, desde los Chiles hasta Puntarenas, han venido aquí campesinos y empresarios, jóvenes y ancianos, madres e hijos. A caballo o a pie, corriendo o caminando, cantando o rezando.  En cada peregrino y cada peregrina se invoca el nombre de la Virgen con gran devoción en busca de un dolor que se mitigue, de una esperanza que despierte, o de un agradecimiento por el favor concedido. Pero sobre todo,  refuerza en nosotros los más sublimes valores de la entereza, el respeto y la solidaridad.

Nuestro reconocimiento, amor y agradecimiento a la Negrita, va acompañado de nuevas súplicas e imploraciones hacia ella.
 
Necesitamos de su aliento porque los desafíos que enfrenta nuestra Nación,nos deben encontrar unidos como pueblo, con claridad de nuestro destino común, y  seguros de nuestra capacidad para vencer obstáculos y sobreponernos a la adversidad.

Necesitamos de su bondad para compadecernos con quienes sufren los embates de la naturaleza y de la pobreza y para que crezca en nosotros un mayor espíritu de desprendimiento que nos permita avanzar hacia mayores niveles de equidad y solidaridad.

Necesitamos de su amor de madre para que nigún debate sobre política públicaseparela comunión de nuestras almas y nos impida caminar juntos y con respeto por un sendero de progreso colectivo.
Necesitamos de su fuerza para que siembre en nuestras almas optimismo y esperanza. Para que nos permitaver siempre hacia adelante, más allá del tormento o angustia del instante, y para que no se nos escape de las manos nuestro sentido de ser un pueblo con un brillante futuro por delante.

Virgen de los Angeles, Madre Espiritual.

Al igual que tantas y tantos feligreses yo también sumo mis plegarias a tus incesantes desvelos. Ayer, como una hija más me posé de rodillas ante tu altar, con la confianza de que en tu amor infinito seguiré encontrandoinspiración para llevar esa inmensa carga de responsabilidad que has puesto sobre mis hombros. Para no desfallecer ante los inumerables obstáculos que encuentro en el camino. Para no perder el norte de mis convicciones en medio de vendabales de recriminaciones. Para siempre aceptar con humildad la crítica fundamentada y bien intencionada que permita enmedar nuestras acciones.Para mantener la fortaleza que hasta ahora me has dado y que, inspirada en tu propio ejemplo de fuerza y grandeza me permita seguir marchando al frente de mi pueblo, de la misma forma en que acudimos aquí en romería: con fe, con esperanza y con alegría.

¡Gracias!