ción que se lo prohibía, hubiera sido reelecto para un tercer período presidencial. Por eso se dio la victoria arrolladora de su sucesor, Juan Manuel Santos, quien aceptó en su mensaje a la nación colombiana como nuevo presidente, que todo se lo debía al éxito incuestionable de Álvaro Uribe y que su gobierno iba a ser una continuación del de su antecesor.

Pero ese entusiasmo resultó ser de corta duración, porque a los pocos días de haber tomado posesión recibía con bombos y platillos en Cartagena a Hugo Chávez, acusado con razón de ser el protector de las FARC al convertir el suelo de su país en santuario de los terroristas llamados guerrilleros, enlodando el nombre porque las guerrillas tienen una causa, equivocada o correcta, que tiene que ver con los cambios socio-políticos y económicos de las repúblicas en precario.

Las pláticas entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las fuerzas armadas de Tiro Fijo que se están realizando en la culta y desarrollada capital de Noruega, Oslo, empezaron con un viva al mayor asesino de Colombia, jefe de los guerrilleros sin causa y brazo armado del narco tráfico colombiano y últimamente aliados del gobierno del teniente coronel, tirano de la tierra de Simón Bolívar, Hugo Chávez Frías.

Razón tiene el ex Presidente Uribe de haber censurado y criticado públicamente al Presidente Santos por el retroceso que está implementando en la lucha contra las FARC.

Para que se cierre la conspiración política de Hugo Chávez en América del Sur, hace falta la cooperación de Colombia y Brasil, ambas repúblicas en manos de mandatarios dudosos de continuar la actuación democrática de sus respectivos antecesores, Uribe y Lula.

Los países que creen en la democracia y la libertad no negocian con terroristas y eso es lo que hacía Álvaro Uribe. Ahora Juan Manuel Santos lo está haciendo en Oslo. Si el Presidente Andrés Pastrana fue criticado por haberle cedido una extensa zona del país a las FARC para que operaran libremente con Manuel “Tiro Fijo”  Marulanda como “jefe de estado,” Juan Manuel Santos coquetea con la destitución por darle oxigeno a la moribundas “guerrilla” y regresar al reino del terror.

Dicen que el Presidente Santos es el típico aristócrata criollo del tiempo de la colonia y se comporta como hijo de papá en el cargo delicado que le heredó Álvaro Uribe.

Lo que los países de Europa están haciendo con los musulmanes, Colombia lo está haciendo con las FARC: preparando la tumba del mundo civilizado.