Los fenómenos naturales se nos manifiestan en constantes cambios. El universo, la Milky Way; el sistema solar, la atmosfera; la vegetación, los animales; nuestro cuerpo, nuestras formas de pensar; en fin, todo está en movimiento y en cambio constante. Nada es lo que era antes y nada será mañana lo que es hoy. Las sociedades no son la excepción a estas reglas universales de la materia.
 
Pasaron millones de años para que la combinación perfecta de distintos elementos químicos diera paso a las primeras formas de vida y otros miles para que los primeros grupos humanos empezaran a desplazarse desde el África hacia distintos puntos del globo terrestre. Junto con el desplazamiento, la invención de la agricultura, el cambio de costumbres, de alimentación, de formas de interpretar y explicar la existencia, distintos dioses, arquitectura y un sin fin de elementos que componen este rico crisol llamado humanidad.
 
Los pueblos han ido creando la historia. Ella se ha formado con sentimientos, ideas, guerras, pensamientos, alegrías, cambios en las formas de producción, conquistas, emancipaciones, revoluciones, innovaciones tecnológicas y utopías. Todas las anteriores y un sinfín de componentes más que me serian imposible citar son elementos fundantes y constituyentes de la historia.
 
Entre todo ese entramado histórico, desde nuestra cotidianidad, continuamos cada uno de nosotros, con nuestros miedos, fortalezas