El poder descansa en la nación que somos todos nosotros. Pero esos administradores de nuestro poder, han osado invadir la esfera de la majestad del Poder Judicial y han pretendido acabar con el principio democrático y de división de poderes y funciones. Lo ocurrido es muy serio. Muy distinto es disentir, reconocer y ejercer crítica porque no todo proceso cumple con el principio de justicia pronta, cumplida y sin denegación, pero otra, arrogarse una representación que no se tiene, torcer el sentido del artículo 158 de la Constitución Política en cuanto a la elección, reelección y no reelección de los señores magistrados y cometer una afrenta imperdonable contra el sistema democrático costarricense, columna vertebral de nuestro país.

Los fines políticos esbozados para la no reelección del magistrado Cruz, no son compatibles y se encuentran divorciados de la estructura democrática y constitucional de Costa Rica. Se trata de nada más y nada menos que de una velada amenaza a la independencia y distribución de los tres poderes esenciales de la República, aparte del Tribunal Supremo de Elecciones. El discurso de un diputado que ha tomado la batuta para defender el horror jurídico de interpretación que realiza para justificar la acción deleznable consumada, no es más que una manifestación tenebrosa de la cara oculta de la arbitrariedad y de la traición a la patria, carente de todo sentido de respeto para la madurez institucional de nuestro pueblo.

Debemos luchar por el respeto a la independencia del Poder Judicial. No se vale que ese órgano devaluado que se llama Asamblea Legislativa insulte al país, le engañe y ahora pretenda forjar una dictadura bajo la mampara de un “cambio de rumbo.” No se vale irrespetar la voluntad popular ni abusar del concepto errado sobre el voto mayoritario para desestabilizar nuestras instituciones democráticas con fines innobles y antidemocráticos.

OREMOS POR COSTA RICA...