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La enseñanza de la Historia como proceso de cambio - TicoVisión |
Publicado en 23/11/12 a 05:57:34 GMT-06:00 Por Administrador |
23 de noviembre de 2012 | TicoVisión | Redacción - | Sociales | San José, Costa Rica | Tribuna para el Libre Pensamiento Por Alex Marín Equipo Crítica “La escuela contemporánea es una institución del Estado Nacional, su programa se encuentra conformado en el programa de la modernidad. La escuela se constituyó en uno de los instrumentos para lograr la utopía de la modernidad y simultáneamente comparte sus vicisitudes, dificultades y frustraciones del propio proyecto burgués” El objetivo de la escuela en la modernidad fue claro, un aparato ideológico en función y al servicio de la construcción del Estado y de la clase burguesa, que tuvo la necesidad de construir un modelo de sociedad y con ella, un modelo de ser humano, con el fin de lograr para su proyecto político y para dominar ideológicamente las clases subalternas. Un modelo basado en la razón, en el descubrir del mundo y en dar explicaciones a la realidad inmediata de manera fragmentada, realidad que necesitaba crear valores sociales y colectivos de identificación nacional en un espacio geográfico determinado al que le llaman patria, nación o país; bajo el sistema de producción capitalista. Es una escuela que sin duda responde a un contexto socio-histórico preciso, es decir un modelo que intentó introducir al ser humano en una sociedad con el fin de que fuera asertivo y capaz de relacionarse certeramente y con confianza en su medio, pero capaz de pro - ducir y consumir, esto último dos ejes primordiales del modelo económico burgués. El orden burgués y la sociedad de clases que se organizó y se garantizó a través de la escuela y la llamada educación formal, esta escuela con una visión ideológica clara, creó un status quo, el cual ha entrado en crisis; la crisis de los Estados Nacionales y de la profundización del modelo de producción en su etapa más salvaje: la globalización y la liberación de los mercados, donde el Estado Nacional y la historia oficial están en franco derrotero. El ser humano moderno que pervive aun hoy en la llamada era de la información, debe tomar en cuenta el medio que lo rodea, utilizándolo para su bienestar, es decir consumo y destrucción, justificado claramente por una historia que resalta el progreso en cada una de sus etapas y que naturaliza el sistema de producción capitalista y su modelo de explotación, régimen con un fundamento socio histórico y político, es decir la historia al servicio de la élite. Hoy, cuando el modelo de producción capitalista sustentado en esa visión histórica de progreso crea una crisis de supervivencia de la vida misma, debe buscarse una escuela y una enseñanza de la historia que sea capaz de crear y recrear el conocimiento acompañado de la tecnología del momento, por lo que se abre las siguientes interrogantes: ¿está la escuela respondiendo al contexto? y más aún ¿se están creando en los sistemas educativos actuales individuos asertivos y capaces de desempeñarse certeramente en el mundo caótico de hoy? o más bien cabe hacerse otras preguntas ¿llegó a su fin o alcanzó el objetivo la escuela moderna? ¿qué función se le da a la escuela hoy día después de construir Naciones-Estados, transmitir valores culturales y crear estructuración social de clases y de orden capitalista burgués? Nuestra generación globalizada y transculturizada mediante un proceso de masificación y homogenización cultural y educativa que se ha dado a través de los medios de comunicación de masa (la televisión, la radio y ahora el Internet, entre otros) y donde la escuela como institución ha promovido la deshumanización del ser y perpetuado el proceso global; es prescindible tomar en cuenta los inminentes cambios que el mundo “desarrollado” ha experimentado en los últimos 20 años; generando un mundo de tecnología, de acortar distancias enormes en segundos mediante mundos virtuales, donde las fronteras no son más que barreras del pasado, un mundo donde desde mi computadora puedo negociar mi futuro, pongo en venta mi automóvil y hasta en venta mi país, un mundo de naciones transformándose en una Aldea Global, donde las fronteras físicas o convencionales, no son más que fronteras mentales, marcadas por la xenofobia, el racismo, la inequidad y la desigualdad económica, aunado con la exacerbación del nacionalismo, todos los cuales son elementos que no han permitido globalizar la integración de los pueblos solidariamente, pero que han globalizado la pobreza y la exclusión social. En la llamada crisis del Estado-Nación y la era del libre mercado, se marca la construcción capitalista del Estado-Región, es decir la regionalización de los mercados y la liberación de la mano de obra y las mercancías, bajo nuevas formas de explotación del hombre y la mujer: obreros y trabajadores, a esto hemos sumar la explotación generada por los “pueblos civilizados” sobre “bárbaros”, con el discurso de la libertad y de los derechos humanos, en un mundo donde la palabra democracia, el problema de la capa de ozono, la contaminación ambiental, las bombas nucleares, las guerras ideológicas, la problemática del agua, la pacificación de medio oriente, el individualismo, los altos niveles de pobreza, la paz mundial, la graduación en Harvard, el teléfono celular de última tecnología, la democratización cubana y la caída del régimen, la apertura sexual y la equidad de género, las luchas feministas y homosexuales, la iglesia y los anticonceptivos, el planteamiento del aborto y junto con todo eso la insensibilidad humana por la vida, que no se comparan con el mundo de la barbarie de la antigüedad ni del siglo pasado, son ese mundo moderno que se extendió a esto que llaman postmodernidad. Las situaciones que se gestan en un mundo donde el ser humano, que desde la visión histórica moderna y burguesa es el centro de universo y de la propia razón de su existencia, se construyó un individuo que se exacerbó en la adoración a la figura misma de su ser, en un proceso casi narcisista, donde la preocupación por el medio que lo rodea, por el otro y por las cuestiones que lo afectan no tiene relevancia, en un mundo postmoderno donde el individualismo, el consumismo, la producción y el trabajo, son el eje y la principal función para mantenerse vivo. Entonces qué función real y qué papel juega la escuela en este momento, y más que eso, qué función tienen la enseñanza de los Ciencias Sociales (en Costa Rica son Estudios Sociales) en la actualidad dentro del mundo que acabamos de describir. Desde nuestra perspectiva la escuela y las Ciencias Sociales tienen que voltearse a un proceso de transformación de la conciencia; es decir volver a inculcar en el ser humano, su esencia misma: la humanidad; enrumbar a la mujer y al hombre actual a encontrarse con su ser; con su yo interno y con el otro, porque solo así se renueva una sociedad donde lo material y lo superficial sean solo un espejismo y se vuelva a lo verdaderamente humano, se voltee la mirada a aquellos problemas que directamente afectan y ponen en juego la supervivencia de nuestra especie y con ella la supervivencia del planeta y la vida en general, pero al parecer estos problemas pasan a un segundo plano y en vez de crear seres concienciados que busquen un verdadero equilibrio, se están produciendo en los sistemas educativos actuales individuos reproductores de los mismos, bajo la visión de eficacia, competencia y consumo, con una idea de la educación de carácter funcional y mercantil, desvirtuada como derecho humano fundamental en el nombre de la productividad y la calidad, educación que al final se reduce a un trabajo estable que le permita al individuo producir y consumir, bases que permiten perpetuar el modelo salvaje de producción y destrucción de mundo que nos rodea. La escuela y la enseñanza de las Ciencias Sociales deben de abocarse a formar un ser humano más sensible, participativo y socialmente activo; que intervenga el medio para mejorarlo, que sea consciente de la realidad y mediante esa conciencia tenga la posibilidad de criticar y transformar un mundo cada vez más complejo, donde a la par de la computadora, sea capaz de discernir lo humano, donde pueda desenvolverse sin olvidarse de su identidad y su esencia personal, social e histórica. Es por esta razón que la Historia, ciencia preponderante en el curriculum oficial de Costa Rica y de muchos curricula a nivel mundial, una posibilidad para la transformación del presente, como lo afirma Prats, la historia se considera un “proceso de progreso continuo, lo que supone que, al conocer las claves de este progreso se está en mejor posición para acelerarlo o estimularlo” y desde esta perspectiva, si se está consciente del propio pasado, se abre la posibilidad a la crítica y transformación social del presente, por lo que para muchos modelos educativos esto se mira con reserva por miedo a una concienciación que busque romper el status quo actual. La escuela y con ella la Historia debe transformarse, y debe jugar un papel verdaderamente emancipador, como lo señala Freire, la escuela debe buscar una “educación como práctica de la libertad, al contrario de aquella que es práctica de la dominación, implica la negación del hombre abstracto, aislado, suelto, desligado del mundo,[con conocimientos fragmentados] así como la negación del mundo como una realidad ausente de los hombres” , Freire nos propone una historia larga no fragmentada que englobe el proceso y no el dato y que permita el entendimiento de los fenómenos socio históricos para transformar el presente. Para lograr, desde la enseñanza de la Historia un proceso emancipador, debe de dejar de entenderse primeramente “...[al] profesor no como un ejecutor, sino como un investigador” y al estudiante “...no como un receptor, sino como un indagador” y dejar de ver a la historia como una ciencia desligada de la realidad humana que se enseña particularidades y no crea el análisis de procesos ni totalidades. Por otra parte dejar de utilizar la Historia, como “una [ciencia] de las más proclives a la manipulación desde las diversas posiciones ideológicas” , por lo tanto debe de dejarse de enseñar historia con una perspectiva, netamente nacionalista y donde se hacen una selección de contenidos históricos en función ideológica de los Estados, o de las clases dominantes, que lo que provee es una serie de contenidos descontextualizados, bajo una metodología memorística, de repetición de nombres y personajes históricos, marcada por el positivismo, sin posibilidad de abrir la reflexión por parte del estudiantado, una historia que no le permite a los estudiantes de secundaria, un análisis concreto de la realidad histórica y del devenir del presente. Se debe romper la idea de que la Historia y los conocimientos que ella provee, son conocimientos a asimilar en vez de que esta ciencia sea y genere motivos de interrogación. Para la enseñanza de la Historia debe entenderse al ser humano como parte integral del mundo al que le debe respeto y eliminar la idea de un mundo al servicio de él, transformando la enseñanza de la historia, en una ciencia integral que nos permite desnudar el pasado del ser humano y que precisamente rescate lo humano, y nos ayude no solo a interpretar ese pasado, criticar el presente sino a transformar el hoy. En este proceso de una nueva enseña de la Historia, el docente tiene relevancia, para intentar desde lo humano: el acto pedagógico y comunicativo, rescatar lo más valioso del educar que es humanizar. En el caso de las Ciencias Sociales, especialmente de la Historia, debe convertir la humanización en su principal objetivo; pero aquí surge una pregunta ¿qué es humanizar y qué ser humano se debe formar? además ¿Cuál es el papel del docente que enseña Estudios Sociales y especialmente cuando enseña Historia en secundaria? El docente es un agente social de cambio y un ente que de oficio esta creado para emancipar, por lo que este debe de tomar una actitud crítica e investigativa y por otra parte tener capacidad de desnudar y desmembrar el curriculum oficial, esto último con dos funciones: la primera para no convertirse en un reproductor de la pedagogía engañosa, es decir selección de contenidos específicos que desarticulan un hecho histórico, que se ve descontextualizado y que solo presentan una parcialidad de lo ocurrido, porque está al servicio ideológico del Estado, minimizando la posibilidad de análisis de perspectivas y versiones históricas sobre un suceso histórico. Entonces el educador en la enseñanza de la Historia debe de dejar de ser un ente de reproducción del sistema y es ahí donde tiene una segunda función ligada a la investigación, información y formación continua, que le permita la actualización y la posibilidad de mostrar y llevar al aula el análisis histórico desde varias perspectivas adaptando la metodología de la historia al aula y así romper con la tradicional visión de enseñanza de historia. Esto se logra según nuestro análisis, tomando posición, y actitud crítica ante el mundo y no seguir siendo un reproductor de un sistema educativo enajenante y memorístico, sino más bien, el profesor debe convertirse en un agente de cambio social y retomar la importancia y el impacto que tiene en la sociedad, que lo convierte precisamente en un constructor de sociedades a través de la institución escolar. Por lo tanto la misión que toca a los educadores actuales si realmente quieren encontrarle sentido a su tarea, es creer que se puede generar desde todos los ámbito de acción una nueva sociedad, una más justa y equitativa, donde la educación, especialmente la pública se convierta de nuevo en un instrumento de ascenso social para las clases económicamente marginadas y romper con la cadena de pobreza, procurando que exista un verdadero asenso social y un reparto justo de la riqueza. Es momento de hacer de la enseñanza de los Estudios Sociales, una herramienta real que despierte la capacidad crítica y reflexiva de los estudiantes, sobre su propio yo y como individuo histórico, que crea y recrea la historia y que sea capaz de transformar su entorno, que es maleable y cambiante, para que se construya un mundo más equitativo y se enfrenten certeramente al mundo actual que es tan complejo. Desde la enseñanza y aprendizaje de la historia, se puede crear la capacidad analítica de multiplicidad de variables que abren la posibilidad de que el estudiante tenga una visión más amplia del mundo, acercándolo al medio que lo rodea y su pasado inmediato, esto llevaría al estudiante, siendo optimistas a reflexionar su cotidianidad y el mundo político, social, cultural y económico que lo rodea, con la esperanza de crear un agente de cambio, para lograr un país y un mundo menos desigual. Por otra parte la enseñanza en procedimientos de la Historia desde la perspectiva emancipadora, busca crear en el individuo o educando actitudes investigativas, y que abra la posibilidad de interrogarse sobre el pasado y su realidad inmediata, en beneficio de dar soluciones a problemas de orden histórico, social o comunal, también se permite crear en el sistema cognitivo del estudiante secuencias históricas, cronológicas y espaciales, beneficiando y estimulando la abstracción, dejando el aprendizaje acrítico y pasivo, cambiándolo por uno más analítico y activo, en busca de generar grados o niveles de análisis y dejando claro que la Historia no es una ciencia lineal, por lo tanto provocando la operatividad en el estudio de esta, lo que sería útil para un análisis de la realidad y propuestas de cambio en un mundo tan convulso como el que hemos descrito. Pero qué se lograría cambiar si logramos poner en la sociedad individuos con concienciación de cambio y transformación, creemos bajo esta propuesta, se pueden lograr con un cambio en la enseñanza de la Historia, sin olvidar la integralidad del curriculum con otras áreas y sin olvidar a la sociedad como fuente primordial de información para plantear necesidades sociales y educativas que se satisfagan y resuelvan problemáticas específicos, esto con la visión de formar seres humanos que vengan a solventar dichas necesidades, si esto se lograra podemos hablar de una educación: emancipadora, contextualizada y de individuos asertivos en la resolución de problemas de distinta índole en la sociedad. Conclusiones:
Bibliografía: Bertein, Basil. Pedagogía control simbólico e identidad. Teoría, investigación y crítica. Madrid, España: ediciones Morata, 1998. Díaz Barriga, Ángel. La escuela en el debate modernidad- postmodernidad en: Educación y Postmodernidad. México: Editorial de la UN AM, 1998, pp.205 -225 Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. México: Editorial Siglo Veintiuno, 1973. Gimeno Sacristán, José. El curriculum: una reflexión sobre la práctica. Madrid, España: ediciones Morata, 1998. Gimeno Sacristán, José. Poderes inestables en educación. Madrid, España: ediciones Morata, 1998. Giroux A., Henry. Jóvenes, diferencia y Educación Postmoderna en: Perspectivas críticas de la Educación. Barcelona: Editorial Paídos, 2005, pp.96-128 Palos Rodríguez, J. Educar para el futuro. Temas transversales del curriculum. Spi. Prats, Joaquín. Enseñar Historia: notas para una didáctica renovadora. España: Conserjería de Educación, Ciencia y Tecnología, 2001. |
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