Respeto a don Justo Orozco como “religioso” apegado a sus creencias, pero el “IRRESPETA” a todo un PUEBLO con su injerencia nefasta en los asuntos del “César” que en épocas de ese Cristo que él profesa, le habría costado “la cabeza o la crucifixión”. Además, su “fanatismo”, le hizo al mismo tiempo ofender a Dios y a ese Cristo en cuya boca pone palabras y en su Ser acciones que nunca expresó ni practicó, pues contrariamente, el lema conductual principal de Jesús se basaba en el “amor y respeto al prójimo” y nunca en coartar o eliminar de tajo los derechos de todo ser humano.

Don Justo: usted es muy respetado y querido en su comunidad. Reconozco que es usted un “hombre de bien”, pero como el mismo Jesús decía, no se puede servir a dos amos y usted está faltando, con su actitud, a los mandatos de su máximo Pastor. Hágase un favor a usted mismo, a su comunidad y a los que nos regimos por leyes del “César”, abandonando la Asamblea y dedicándose a lo suyo… a servir a Dios.

Insto a los legisladores a darle prioridad a la modificación del Reglamento de la Asamblea Legislativa, en el sentido de impedir a futuro las injerencias de este tipo como la de don Justo. Es decir, que obligue a cada legislador a apegarse únicamente a nuestra Constitución y nuestras leyes; como dije antes, ya se sentó un precedente que puede dar cabida a que otras religiones aprovechen el “portillo” y quieran colocar diputados que a futuro puedan convertir el Plenario en un campo de batalla entre todas las sectas y religiones.