El sistema dio origen a una amplia clase media que, para muchos, ha sido el sostén de este sistema que empezó a desbaratarse con el ya mencionado neoliberalismo que amenaza también con desintegrar a esa clase media.

Es tal la situación a la que nos han llevado que, si ganara las elecciones Araya, éste no podrá evitar los compromisos adquiridos por sus predecesores con los grandes grupos económicos nacionales, transnacionales o mixtos, ni podrá romper con esa estructura entronizada en la administración pública que ha hecho de ella su medio de enriquecimiento personal mediante la defraudación fiscal, las comisiones por vender a pedazos este país, en una vorágine de corrupción que nos ha lanzado a una crisis económica y a un déficit fiscal de proporciones apocalípticas.

El pueblo lo ha empezado a entender y la resistencia cívica y social se ha hecho presente, pese a los intentos de imponer mordazas, garrote, inmunidad perpetua, adueñarse los poderes públicos, en una avanzada por detener lo que han dado en llamar "ingobernabilidad", que no es más que la dificultad-por la acción de esa resistencia social- de imponer las leyes que necesitan para perpetuar el neoliberalismo y con él, perpetuarse en el poder.

O ganamos las elecciones la mayoría sin partido aglutinados en una gran coalición para cambiar el rumbo a una Costa Rica, inclusiva, solidaria y de justicia social o se podría precipitar el país por el despeñadero de una confrontación social de gravísimas consecuencias.